martes, 20 de octubre de 2009

Soledad Vidal



Un incomprendido en su época ¿Es posible vislumbrarlo en nuestros días?
Una ingeniosa invitación a descubrir

Tenemos la costumbre de mirar sin agudizar nuestros sentidos, estamos mal acostumbrados a los discursos fáciles, por eso es sabido decir que el visitante suele encontrar dificultades para comprender las exposiciones de arte contemporáneo, a causa de la ausencia de información que explique el sentido de las obras. ¿Es realmente necesario explicar? Cuando las obras hablan por si solas, cuando el discurso y la disposición de las obras cuentan una historia mágica que cada detalle, cada pista, te invita a descubrir, reflexionar, conocer y quizás entender el pensamiento contemporáneo.

Un gran ejemplo de ello es la exposición que el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía dedica a Francesco Lo Savio, un precedente del minimalismo no reconocido en su época, un incomprendido que contribuye con un nuevo lenguaje rompedor, siendo de esta manera, uno de los precursores de esta tendencia minimalista y del arte conceptual en Europa. Un adelantado por casi diez años que produjo su trabajo con conjeturas propias, un innovador que debiese ser considerado con la misma fuerza que otros, como Yves Klein o Richard Serra.

Es la primera muestra que se realiza sobre Francesco lo Savio en España, en la cual se presenta 120 piezas, aproximadamente un ochenta por ciento de sus obras en sus cortos cinco años de actividad artística, carrera muy breve, pero muy desarrollada a la vez. Aunque su muerte fuese muy temprana, Lo Savio se impone como uno de los personajes más importantes en la escena artística de la segunda mitad del siglo XX, innovando tan decisivamente que pocos comprendieron su obra en su propia época y hasta hace muy poco, es posible preguntarse si podemos percibirla en nuestros días y alcanzar el verdadero vislumbrar del pensamiento del italiano.

Su obra, absolutamente fértil y radical, al observarse no admite la pasividad sino que incita a un dialogo con el espectador, una incitación a analizar, ya que su obra es sentida y pensada, cada serie encierra un argumento, una profundidad del cambio de materialidad, espacio, luz y dinamismo que va mas allá de lo que podemos percibir a simple vista.

En el comienzo de esta muestra se invita a iniciar el recorrido con un par de piezas de la serie de “Metalli”. En la entrada una especie de libro abierto de metal que insita al descubrimiento y la investigación de un discurso mágico, que principia con una pintura informalista, descuidada y poco conservada, pero que está contenida en amaneceres, hacia una metamorfosis de constelaciones que buscan alienarse en lo esencial, la búsqueda de la pureza.

Lo básico se hace fuerte y absorbe la energía de las sensaciones convirtiéndose en fantasmas que nos obligan a percibir con atención su mensaje y a expandir el espacio de observación. La serie “Spazio-luce” contiene su enorme preocupación por la luz y el espacio, fundamental en toda su obra. Desde la insinuación y sutileza a lo evidente, pero aún siendo claro, el descubrimiento aquí no termina.

En la serie de los “filtri” manifiesta más evidentemente su preocupación por el uso y la incidencia de los materiales, utiliza superposición de papel translúcido y una experimentación continua. Los “Metalli”, son un cambio radical con respecto al material, utiliza elementos industriales que a pesar de la densidad estática de esta serie, se dinamiza, se desmaterializa en su propio significado, realmente un hermoso purismo escultórico colocado en la pared como una pintura, esto reta a la clasificación del objeto artístico. Claramente esta serie de obras tienen mucho que ver con el trabajo de Richard Serra, dejando en evidencia que Lo Sabio fue su precursor.

Este recorrido mágico es sellado con “Articolazione totale”, son cuatro estructuras cúbicas que articulan y resumen todo lo que el artista plantea con anterioridad, además de la serie de estudios en papel, existe una exquisita mezcla y coexistencia que explican como debe ser el logro de la arquitectura, se vislumbra su interés y pasión por está disciplina, sobre todo en sus últimos momentos, pues paradójicamente terminó con su vida en una casa construida por Le Corbusier en la Cité radieuse de Marsella. Una muerte prematura, un período corto de producción, pero intenso y una difícil clasificación de su trabajo que contribuye a la poca comprensión de sus obras.

Lo Savio pertenece a la historia del arte contemporáneo no oficial, su obra a permanecido durante mucho tiempo sin vislumbrarse y gracias a una buena organización del montaje de la exposición, el comisario de la muestra Daniel Soutif, nos realiza una ingeniosa invitación a descubrir de principio a fin, cada una de las obras de Lo Savio, cada uno de sus procesos e intenciones, además de su rápida maduración. Nos invita a observar y agudizar nuestros sentidos, para comprender a este artista con identidad propia que deja un legado que aún podemos seguir revelando.

Soledad Vidal.

Xabier Gantzarain


Luz, más luz

El 21 de septiembre de 1963, un sábado como otro cualquiera, Francesco Lo Savio se quitaba la vida en la Cité Radieuse que Le Corbusier construyó en Marsella. Tenía 28 años, y dejaba tras de sí una estela de luz: su obra.

Esa obra ha permanecido en penumbras, diseminada por museos alemanes, galerías italianas y colecciones particulares, y ésta es la primera vez que se puede contemplar en España, gracias a la exposición que le ha dedicado el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en la cual ha reunido el 80% del trabajo del artista.

La muestra está articulada en torno a las cinco series en las que más trabajó el artista italiano en los cinco años de su breve como intensa carrera, de modo que el espectador pueda advertir claramente su evolución, coherente y rigurosa, siempre en base a una misma obsesión: la luz.

Aunque sea una obviedad, no está de más repetirlo: el mundo está estructurado por la luz. Por más que el ser humano intente conquistar el espacio y lance satélites a la órbita, el planeta Tierra sigue girando en torno al sol. Son la luz, y su negativo la sombra, las que dibujan contornos, crean atmósferas, delimitan los espacios que el ser humano habita.

Esa parece ser la premisa de toda la investigación estética de Francesco Lo Savio, que según sus palabras, buscaba hacer perceptible el espacio vacío. En esa búsqueda de una concepción espacial con vocación universal, se puede intuir un punto de encuentro con Jorge Oteiza, artista cuya máxima preocupación escultórica siempre fue la desocupación de los cuerpos, tal como se puede apreciar en sus famosas Cajas Metafísicas.

Una de las virtudes de esta exposición reside en su montaje, claro y austero, que lleva al espectador de una sala a otra, de una serie a otra de manera pausada e instructiva, con leves transiciones.

Al principio, en la entrada, nos encontramos con una escultura colgada en la pared que lleva por título Metallo nero opaco uniforme, obra que funciona como tarjeta de presentación y presagia una inquietud espacial. No obstante, al entrar en la primera sala, nos encontramos con pinturas de estilo informalista, por lo que debemos deshacer nuestra primera impresión y observar con los ojos bien abiertos, y en la medida de lo posible, con la mente libre de prejuicios estéticos.

En esa primera sala dedicada a sus pinturas, hay un cuadro de pequeñas dimensiones, en el cual se esboza un espacio circular cromáticamente diferenciado, que llama la atención por su título: Prospective genesiache. Este cuadro es sin duda el punto de partida de la posterior serie pictórica Spazio-luce. Esta serie se caracteriza por la lentitud de la pincelada (ni gestual ni mecánica), la utilización de colores apagados (grises, ocres, tierras) y la extraordinaria sutileza en los mínimos contrastes de matiz con los que Francesco Lo Savio logra crear un espacio circular en el centro de cada cuadro; con este ligero movimiento genera un espacio suspendido, un espacio meditativo que invita al espectador a una mirada límpida y serena, obviando todo lo que sucede en su alrededor, y dejando sitio a una introspección sensorial.

El motivo de la circunferencia en el centro del cuadrado (la luz en el espacio) se repite en la siguiente serie expuesta: Filtri. Mas el artista ha dejado de lado la materialidad de la pintura, e investiga ahora la dinámica de la luz experimentando con la superposición de papeles transparentes, y realizando cianografías, materiales todos ellos muy delicados, por lo que el resultado es deliciosamente ligero y denota una depuración del concepto espacial.

La depuración del concepto espacial se ve reafirmada con la siguiente serie de los Metalli. En esta serie de esculturas colgadas en la pared, o relieves, de precisión industrial y acabado uniforme, el artista ya no investiga la dinámica de la luz, sino que empieza a articular superficies: busca delimitar espacios. Algunas de las obras en las que la superficie se pliega hacia arriba, recuerdan en cierto modo a las contraventanas típicas de Italia, las cuales impiden que entre la fúlgida y voraz luz natural, manteniendo la habitación en dulce penumbra, pero permiten que el aire circule, que el espacio se expanda.

El último peldaño de esta meteórica evolución artística es la serie de las Articolazioni totali. Con esta serie de estructuras cúbicas con una lámina de metal en el interior, el artista, tal como lo enuncia el propio título, articula totalmente el espacio, dinamiza las luces y las sombras, creando una suerte de escondites metafísicos en el interior de cada una de ellas.

Es de agradecer que se haya incluido una sala con sus apuntes, bocetos y trabajos de investigación estética, ya que su práctica artística se puede ver como precursora de posteriores movimientos tales como el minimalismo y el arte conceptual, no sólo en las formas, sino también en el rigor de la investigación. La exposición, en su conjunto, logra arrojar un poco de luz sobre un artista totalmente ignorado por la modernidad oficial.

Xabier Gantzarain.

Bernardita Lira



El arte no merece explicación
A partir de Francesco Lo Savio.


Me comí
las ciruelas
que había
en la nevera

y que
probablemente tú
reservabas
para desayunar

Perdóname
estaban deliciosas
tan dulces
y tan frías

(Justo es decirlo)
William Carlos Williams

Exposición en MNCARS, octubre 2009. Edificio Sabatini, planta 4, salas 406 y 407. Cometo el acto criminal de posar mi dedo índice en el vértice inferior derecho de una de las piezas de metal que flotan ante mis ojos, acto seguido por dos enormes linternas verdes exacerbadas por un par de anteojos ópticos y una voz de mujer, muy estresada, que arguye el no tocar por el no tocar. Este acontecimiento me devuelve de inmediato en el contexto de museo tradicional, donde la pieza es observada a través de los ojos, donde hay un muro blanco que sostiene la obra, y un cartel tipo que le pone nombre a lo que tienes al frente. Claramente éste no es un Museo de arte interactivo, me reprocho.

Silencio.

Francesco nos pide silencio. Nos invita a enmudecer ante la complejidad de su obra. Compuesta entre 1958 y 1961, el recorrido que nos propone el Comisario Daniel Soutif, nos permite ver la simultaneidad creativa en su obra, donde se reconoce la búsqueda de un lenguaje subversivo que proviene de la contención del gesto y lo estricto de la forma puesto al servicio de la luz como mediadora incansable entre la materia y la antimateria. Cinco años de trabajo que en cualquier caso podríamos segmentar en las etapas creativas o investigativas de un artista a lo largo de su vida, en Francesco están coludidos en un mismo tiempo. Su vida es corta.

Luego del bochorno de mi partida en el recorrido, donde estaban instalados dos de sus últimos trabajos de las piezas de metal, colección con la que comienza y termina la exposición de la obra de Francesco, nos encontramos con las acuarelas, Senza titolo, la mayoría, pasando por técnicas mixtas, tempera sobre madera y lápiz sobre papel de 1959, inicios de la experimentación que realizará sobre la luz, el color y las formas en su mínima expresión, pasando por sus Spazio luce, sus Filtro o estudios del color sobre filtros de papel, las piezas de metal en Metallo nero opaco , hasta llegar en 1962 a las Articolazione totale, piezas finales a las que podríamos llamar, a título personal, tesis de la relación movimiento- espacio- forma de Lo Savio, investigación que se confirma en la misma muestra a través de la exposición de sus cuadernos de estudio.

Después de su primera etapa, claramente de búsqueda en las acuarelas, impacta la colección Spazio luce, tal vez el aspecto más poético de su obra, donde al parecer es su propia oscuridad la que trata de esclarecer.

Cuadros de gran tamaño y de color imponente donde por lo general encontramos casi de manera imperceptible pero muy definida la presencia de la luz, al centro del cuerpo, como una voz que dice no necesito más que esto para existir. No hay excesos a la vista, la bomba esta oculta, pero puede estallar en cualquier minuto, más aun cuando sobre el lienzo hay un vidrio transparente que nos refleja la imagen de nosotros mismos frente al cuadro o más aun cuando no hay vidrio ni reflejo y estas ahí en frente, mudo y dudoso.

Pasamos entonces de la pintura al relieve. Las piezas de metal, son el aspecto más explicito de la exposición. A modo de tesis, el autor nos expone claramente los efectos de la luz sobre las formas, generando efectos (no efectos) de tridimensionalidad y vacío, donde las líneas curvas, rectas y relieves configuran el lugar de los objetos sobre el universo.

Tesis, por denominar con algo de tecnicismo, con la formalidad del lenguaje que se establece de golpe al presenciar esta obra, porque cada movimiento o postura de las formas provocan una idea diferente para con el espacio, donde podemos aterrizar al hombre, ausente en la obra como figura, pero muy presente desde el observador (nosotros), ante una diversidad de posibilidades de enfrentarse al espacio, al medio que lo rodea. La decisión es personal.

Sin duda las posibilidades de la tesis del movimiento-espacio-forma, se desarrollan con mayor claridad, aunque no concluyen, en la obra Articolazione totale, donde la dimensionalidad se ve expuesta desde distintas perspectivas del espacio, donde el fenómeno lumínico genera verdaderos cuadros de acción al interior de unas cajas blancas, cuadradas, descubiertas en dos alas y cuyo interior vacío esta obstruido por una nueva ala, negra, que la atraviesa, siempre en el mismo lugar, generando distintas sensaciones y apreciaciones sobre el espacio, en relación a la postura y la entrada de la luz en el agujero. Son la puesta en escena perfecta para una representación donde el hombre queda sujeto al medio y a su contexto espacial, inserto en el universo, ilimitado si lo decide.

El hombre, como cualquiera, como Francesco, o como William Carlos Williams, ocultando la palabra, el gesto explicito. Sólo nos queda interpretar. Hay algo difícil de pronunciar en esta obra, algo que se nos dice al oído, muy bajito, pero que jamás se nombra. ¿Qué hay detrás de éste Francesco que no pierde el tiempo en explicaciones, que ilumina los espacios inútiles, la oscuridad, que crea hasta que se agotan las palabras, hasta el suicidio? Tal vez, “Me comí las ciruelas que había en la nevera...”

El arte no merece explicación.

Bernardita Lira Manriquez.

Nadia Cortés



Franceso Lo savio, la explosión de las formas en el espacio.

En palabras de Leonardo Sinisgalli, cuando el hombre ya no siente la voluntad de vivir, de querer construir, edificar; arruina las herramientas de la geometría y las vuelve garabatos. Este no sería el caso del artista italiano Francesco Lo Savio, que con su obra nos intenta describir lo invisible, la energía a través de las formas y de la consideración de la geometría no como un sistema, sino una disposición, instinto de conservación de la materia y el pensamiento, lógica de coexistencia y complemento.

La obra de Lo Savio, presentada por primera vez en España, aparece como una explosión de las formas que invita al espectador a entender su relación con el espacio desde otra perspectiva.
Arraigado e influenciado por el informalismo, la arquitectura barroca, el futurismo y el constructivismo; la obra de Lo Savio mantiene el mentalismo subyacente en el desarrollo del movimiento minimal italiano del período de la posguerra, lo que implica que su obra esta marcada por la presuposición de una dimensión donde se fusionan el peso concreto de la materia y la abstracción mental.

Entender a la geometría fuera de su uso conceptual sistemático e injertarla como voluntad de sobrevivencia, unión de espacio y energía, no puede hacerse sin recurrir al pitagorismo, neo-platonismo o, de manera más general, prescindiendo de apuntar el cercano contacto de la invención de la abstracción con la inmaterialidad musical o la mística matemática.

El discurso escultórico-pictórico de Lo Savio, pretende fundir el mundo dinámico, antimatérico y sonoro con el mundo estático operante de la materia y el color, logrando que se escuche lo que se ve y haciendo de la geometría una disposición metafísica del hombre, una obligación de edificar.


La elevación plástica de la forma

La asunción de un nuevo uso de la geometría por parte de Lo Savio, implicó la posibilidad de la explosión de la formas en el espacio, posibilitó que tanto la pintura como la escultura tomaran lugar fuera del marco y se insertarán en el espacio real, abriendo paso a la reformulación de la relación entre la práctica artística y la intervención directa en el mundo.

La obra de Lo Savio se presenta como una poética visual que nos transporta hacía una expresión pictórica cuyos principios son la sorpresa y la emoción. El espíritu que mantienen sus obras está basado en las múltiples posibilidades sorpresivas que ofrece la geometría en su regresión al infinito, así como, en la idea de la articulación irregular monocromática como un principio creativo.

Juegos de formas, ocupación y apertura de espacio, ruptura de la uniformidad mediante la perspectiva pero manteniendo lo monocromático, muestran el movimiento de lo estático operante a través de su serie de Metalli. Así, la superficie de la pintura o del material de la escultura viene a conformar una continuidad entre el espacio del espectador y el espacio interno de la obra, mostrando la emoción pictórica del artista que traspasa la lógica del límite tocando al espectador. De hecho, Spazio luce no es sino el toque sutil de una aparición sorpresiva a la mirada.

La serie de acuarelas sobre papel Senza Titolo de 1959, se transfigura como una especie de escala musical minimalista, una aparente melodía de base transgredida por notas que van rompiendo a través de la proporcionalidad y variabilidad de tonos la consecuencia de la serie. Una ruptura dentro de una continuidad desgarrada desde el inicio. Esta serie presenta la particularidad del discurso pictórico de Lo Savio, formas y color se transfiguran, se convierten en sonido, nos llevan a la elevación plástica de la forma.

Con Spazio Luce, Lo Savio no sólo nos toca, sino que alcanza una concepción espacial pura, dado el juego simple entre forma y color, su absorción y consecuente variación de intensidad, que muestra la dinamicidad de la pintura. Lo estático y el movimiento, la libertad estática, toman lugar aquí mediante el espacio circular que recuerda a la iconografía cinética del futurismo, donde la perfección de la inmovilidad incluye la posibilidad del movimiento.

La influencia de Lucio Fontana dentro de su trabajo se hace presente, también, en Spazio Luce (Cementita/ Óleo sobre lienzo) donde además del juego entre forma y color, se presenta una ruptura de textura. En la uniformidad de una superficie, se prosigue con un desgarro, una irrupción en la absorción del color y la forma, como si atrás de ese eco que simula ondas de agua, se hiciera quebrar el centro, mostrándose la existencia de la profundidad en la superficie plana que es el lienzo.

Articolazzione totalli, es el final de una dinamis existencial y el compromiso emocional de la obra de Lo Savio, que a través de la calibración de la luz muestra la lógica de apertura y totalidad de su obra completa, construcción de espacio técnico como apertura de posibilidad real de vida, juego de complemento, posibilidad infinita de la experiencia finita de la existencia.

Nadia Cortés.

Nieves Limón



FRANCESCO LO SAVIO. PRIMERA MUESTRA EN ESPAÑA


El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía presenta, hasta el 11 de enero, la primera exposición que se hace en España dedicada al artista italiano Francesco Lo Savio (Roma, 1935- Marsella, 1963). Partiendo, pues, de la relevancia que implica enseñar por primera vez algo, quizá desconocido para muchos visitantes, la muestra (comisariaza por Daniel Soutif) recoge en dos salas unas 120 piezas de Lo Savio entre pinturas, dibujos, estudios y otras obras de difícil clasificación dentro de las cerradas categorías artísticas que acostumbramos a manejar: ¿pinturas que dan el salto a la tercera dimensión?, ¿esculturas limitadas asemejando cuadros?. Posiblemente ambas cosas.

Lo Savio fue precursor del minimalismo y el arte conceptual allá por los años cincuenta. En los escasos cinco años de producción artística que llevó a cabo, abordó complejos debates sobre la representación de la realidad y los procesos de creación artística, dando como resultado obras que han influido en otros creadores como Richard Serra o Armando Andrade.

Esta muestra nos invita a mirar fijamente los Metalli o placas de metal barnizas de negro. Obras curvadas, pero sostenidas como tradicionales cuadros donde apreciamos la intención de atrapar el espacio que rodea cada pieza, la dimensión donde se sitúa el espectador.

Será, precisamente, la noción de espacio el leit motiv en la obra de Lo Savio: concepto capturado y repetido obsesivamente en sus pinturas Filtri y Spazio-Luce. Las superficies planas de color nos empujan a un centro profundo, como si de agujeros negros se tratase, provocando una sensación de assorbimiento (término que da título a algunas de estas creaciones). Poniendo en práctica diferentes técnicas, Lo Savio recrea su idea de espacio, quizá de manera más críptica en las pinturas que en los Metalli, para introducirnos, a fuerza de insistir una y otra vez, en sus superficies monocromáticas que, curiosamente, consiguen envolver al observador.

Si estas obras nos pueden parecer formalmente sencillas (aunque estén a caballo entre la pintura y la escultura), algo diferente sucede al observar los Progettos. Estos dibujos contienen medidas, perfiles y alzados, ya que son estudios previos a la construcción de algunos sus Metalli. Es entonces, al observar el conjunto de “dibujos técnicos”, cuando las creaciones de Lo Savio nos parecen una verdadera investigación sobre la representación de la realidad aunque, lejos de centrase en la interpretación personal que el artista pueda hacer de esa realidad, Lo Savio prefiere reflejar el proceso de construcción de sus piezas artística.

Entorno a esta idea de procedimiento/tratamiento, pero también de arte como artificio, se desenvuelven sus “dibujos técnicos”. Lo Savio comprende el arte como operaciones teóricas y, sobre todo, materiales, por lo que la praxis (el proceso de construcción de sus obras) pasa a transformarse de mero vehículo a genuina pieza artística. Encontramos en todo este trayecto intelectual algo más que un interés por la investigación pictórica, ya que ese estudio es el que constituye la base de nuevas obras que exigen, para el disfrute de las mismas, un esfuerzo del espectador por comprender más que por dejarse epatar.

Estos dibujos se muestran rodeando una mesa con algunos de los textos académicos que desgranaron los intereses pictóricos y el trabajo de Lo Savio: buen ejemplo de lo difícil que resulta enterarse “de qué va la cosa” en algunas exposiciones, por mucho que el visitante ponga de su parte. El acceso al contenido de los citados textos es realmente complicado y como si de meros fetiches se tratara (junto a, por cierto, fotografías del artista y alguna anotación personal), los escritos se muestran unos cerrados (¿) y otros, en los que a duras penas podemos leer algo, sin traducir al castellano.

Se presenta también la serie escultórica Articolizioni Totali como una evolución en esta compleja producción artística. Tras los estudios de Lo Savio para capturar el espacio, ahora podemos comprobar como esos procesos se hacen obras exentas que el observador puede bordear, mirar a través de sus placas curvadas y atrapadas, una vez más, por límites cúbicos. Estas esculturas imponen materialidad a todo un proceso de estudio e integran al paseante tradicional, cuya única necesidad será andar entre ellas sin la obligación de plantearse la “legitimidad” de mostrar los procesos de creación como piezas artísticas.

También podemos pasear alrededor de sus dos proyectos arquitectónicos, las Casas de Sol, que alternando cristales traslúcidos y opacos, así como formas de clara influencia futurista, muestran el interés de Lo Savio por la arquitectura como práctica artística relacionada profundamente con el mundo.

De esta manera, la exposición nos permite conocer parte de las creaciones más interesantes de Lo Savio, además de ayudarnos a repensar los orígenes de ciertos movimientos a la luz de artistas cuya obra ha sido poco difundida.

Nieves Limón.

Eva Ortega



FRANCESCO LO SAVIO:
LA CONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO LUZ



Diseño por proceso luminoso de filtro monocromático blanco; Depotenciación cromática y dinámica de absorción; Articulación de superficie parasférica estrofesa y expansiva. Pero, ¿qué significa todo esto? Si no estuviéramos en una sala de museo, pensaría que nos hemos colado en una feria de astrofísicos. Creo que está claro, a simple vista a las personas como yo se nos escapa algo que requiere de estudio: la geometría universal. Muchos artistas han querido conseguir la inmortalidad, pero sólo los geómetras con sus reglas universales la han conseguido.

En tan sólo cinco años Lo Savio tiene tiempo para experimentar con el color, el espacio, la luz y la geometría. En sus primeras acuarelas el artista deja su huella con manchas al azar, rapidez, transparencia, gotas de pintura derramadas, arrugas en el papel y pocos colores pero intensos, como el naranja y el rojo que después estarán ausentes. Pero poco después, siempre dentro de la abstracción, cambia del expresionismo de sus acuarelas al más puro minimalismo de sus esculturas y dibujos. Tal vez él fue uno de los primeros en respirar el agotamiento del Informalismo.

La obsesión por el cuadrado y el círculo está presente en su serie Spazio-Luce. En el caso de Filtro: depotenziamiento cromatico e dinamica d’assorbimento se han reunido hasta 15 dibujos de diferentes colecciones, con arrugas en el papel transparente y una reducción evidente de la calidez de los colores: gris, negro, blanco, verde y marrón. El círculo en estos dibujos sugiere el infinito, pero ¿hay una teoría detrás? Lo que ves es lo que (v)es decía Frank Stella.

Los relieves de Lo Savio parecen libros negros desplegados o expansivos, con interesantes sombras grises proyectadas en la pared. Son cajas metálicas relativamente simples que sugieren repetición y serie, con superficies pintadas en las que no hallamos la pincelada. Son también objetos inútiles fabricados industrialmente, sin simbolismos, neutros y objetivos, hechos por un artista que es en realidad máquina, y que expresa ideas universales más que opiniones personales. Lo Savio comparte todos estos rasgos con el Minimalismo, tal vez incluso sea un pionero del mismo, a pesar de que F. Stella lo proclamase un arte auténticamente norteamericano, opuesto a la tradición pictórica europea.

En los croquis de Lo Savio se percibe una lucha de energías entre el espacio y la luz, y entre lo dinámico y lo estable. Sus croquis son un diseño técnico y útil para construir un objeto específico en serie, como si se tratase de los planos de un edificio. Sus bocetos son dibujos de arquitecto donde se dan instrucciones sobre el color, la estructura, la uniformidad, la opacidad, la luz ambiental, el dinamismo del objeto y el material. Comparándolos con otros diseños de artistas minimalistas como D. Judd y D. Flavin, vemos que el croquis contiene toda la esencia del objeto, ya que recoge la idea de la obra. Pero al mismo tiempo estos dibujos son neutros, no notamos el estado físico o psíquico del artista, no se refleja la personalidad, es lo más parecido a un arte universal o de geómetras.

Los bocetos de Lo Savio son detallados y ordenados como si se supiera que iban a ser entendidos por los demás. Algunos están hechos a tinta sobre folios de plástico, otros sobre hojas de cuaderno ahora arrancadas para ser expuestas.

Me parece muy interesante la incursión de Lo Savio en la arquitectura. ¿Y qué relación tiene con la arquitectura? Pues a parte de que el croquis es la base para cualquier construcción, los Studi per unità di habitazione son un recuerdo de la teoría del Modulor de Le Corbusier. El Modulor es una serie de dimensiones armónicas a la escala humana, aplicable universalmente a la arquitectura y a la mecánica. En 1947 se patenta y se utiliza por primera vez en la Unidad de Habitación de Marsella, ciudad donde Lo Savio puso fin a su vida.

Le Corbusier definió la arquitectura como el juego sabio, correcto y magnífico de volúmenes bajo la luz. Las maquetas de Lo Savio sobre la Casa al Sol (Maison au Soleil I y II) siguen teniendo presente la geometría, pero son sencillamente gajos de naranja por los que se cuela la luz. Espacio y luz otra vez.

En la última sala del recorrido nos encontramos con cuatro cajas de cemento que contienen láminas de metal colocadas en diferentes posiciones. Es la Articulación total o el último paso de la pared plana al espacio abierto de la sala. El boceto de la obra muestra el debate personal en el que Lo Savio estaba imbuido: dinámico/antimateria/sonido, es diferente a estático aparente/materia/color. Algo curioso es que en este dibujo se incluye la figura del hombre en la obra, ocupando el mismo espacio del papel, como si de lo universal se volviese a la escala humana.

El visitante de esta exposición compartirá espacio y luz con las obras de Lo Savio, y observará homogeneidad en cuanto a materiales, colores y formas. Sólo cabría preguntarse cómo conseguir en las salas de un museo el espacio-luz que ansiaba Lo Savio.

Eva Ortega.

Jennifer Calles



FRANCESCO LO SAVIO, ¿sólo minimal?

MNCARS, Santa Isabel, 52. Madrid. Hasta el 11 de enero.


Desde que se inaugurara esta primera retrospectiva en España del artista italiano Francesco lo Savio (1935-1963), no se dejan de leer enunciados que remiten a su supuesto papel como “precursor del minimalismo americano”. Sin embargo, tras ver la exposición que albergan las blancas paredes del Reina Sofía, uno se pregunta inquietantemente: ¿hasta qué punto es minimalista la obra de Lo Savio?

El minimal art excluye, elimina, quita. Por eso otro de los nombres con los que se calificó al movimiento americano en los años 60 fue el de “arte negativo”. Su objetivo era desprender a las obras de la ilusión, el detalle y el tiempo -elementos tradicionalmente instaurados dentro de la práctica artística occidental- para que ellas mismas se presenten como lo que son, nada más. La labor del artista quedaba entonces limitada a presentar y no representar, como la del espectador a ver y no interpretar. En ese sentido en el que lo importante es mirar y no pensar, Francesco lo Savio tiene en común con el minimalismo una profunda reflexión sobre el sistema de percepción humano. La luz como preocupación central a lo largo de su breve carrera artística muestra dicho interés materializado concretamente en sus pinturas monocromas Spazio-luce, pero también latente en sus objetos Metalli, si interpretamos la obsesión por el negro como la utilización del color en el que la absorción de la luz llega a su máxima capacidad.

El principal interés de esta muestra, comisariaza por Daniel Soutif, radica en que ha conseguido reunir el ochenta por ciento de la dispersa obra del artista. Una producción breve, pues apenas abarcó los últimos cinco años de su vida antes de suicidarse en un emblemático edificio del arquitecto Le Corbusier, pero coherente, radical e innovadora dentro del panorama artístico internacional del momento. El museo ha dispuesto así un total de 120 piezas que abarcan desde los inicios de Francesco lo Savio dentro de la entonces predominante pintura informalista, hasta la mencionada serie Spazio-luce, pasando por sus Filtri, y llegando finalmente a los también citados Metalli y su imponente Articolizioni totali. En definitiva, se puede intuir que son estas dos últimas producciones las que parecen ser, a primera vista, más cercanas al “objeto específico” propio del arte minimalista. Sus formas objetuales, sencillas y geométricas, concebidas incluso como unidades en repetición, sus materiales industriales y su frialdad expresiva son aspectos que hacen que estas obras sean vistas desde la perspectiva actual como primeras intuiciones de lo que autores como Donald Judd, Robert Morris, Dan Flavin o Frank Stella desarrollaron pocos años después bajo la premisa de este último: “lo que ves es lo que ves”.

Sin embargo, si miramos con detenimiento los objetos de Lo Savio, nos daremos cuenta de que lo que vemos no es todo lo que hay. El minimal no deja otra opción al espectador que la de mirar, nada late en sus frías estructuras. Pero los Metalli de Lo Savio guardan un misterio, más allá del delante hay un adentro. La frontalidad con que se nos ofrecen, no deja de ser una trampa para el espectador que no se decida a buscar por sus recodos escondidos.

Definitivamente, en Articolizoni totali de 1962, una vez más se unen espacio, materia y luz concretados bajo la forma. Lo Savio se desprende por fin de la pared y hace reposar las cuatro estructuras cúbicas que conforman esta obra sobre la superficie del suelo. Más cerca que nunca de la arquitectura y más cerca que nunca del hombre, el artista invoca por fin otros sentidos que no son solo la vista. Cada uno de estos cubos parece activar sombras y luces, llenos y vacíos. Nos invitan a entrar y salir. Y si a alguien le quedase alguna duda sobre esto, solo tiene que detenerse en el último dibujo con el que se despide la exposición. En él, podemos ver el boceto de una serie de personas cuyos cuerpos se amoldan a las estructuras cúbicas de la obra. ¿Quería entonces el artista supeditar nuestra percepción sólo a la vista como pretendían los minimalistas, o está en ese aspecto más cerca de otras actitudes de la época como por ejemplo la de los neoconcretos brasileños? Al fin y al cabo, los estudios arquitectónicos y maquetas que podemos ver en la exposición pueden hacernos pensar en los “bichos” de Ligia Clark.

A menudo, las cosas varían dependiendo del punto de vista desde el que se afronten. Desde el discurso hegemónico del arte occidental bien podemos decir que la obra de Francesco lo Savio representa los inicios del minimalismo americano. Pero si nos esforzamos un poco, más allá de este tipo de afirmaciones excesivamente cómodas a veces, diríamos que nos encontramos ante una obra rica en matices y por ello difícil -e inútil- de clasificar. Sacar del olvido a un artista como Francesco lo Savio, para recomponer su obra dentro de los esquemas oficiales del arte, es volver a suicidarle.

Jennifer Calles.

Virginia Moya



Francesco Lo Savio (Roma, 1935 – Marsella, 1963), artista bisagra entre el movimiento moderno y el minimal norte americano en su breve trayectoria estética antes de su suicidio en la Ville Radieuse, tuvo tiempo de formar un estilo, e incluso estructurar diferentes etapas de su creación artística. Después unos inicios informales e irradiar luz en Spazio-luce, asombra con la precisión geométrica de los metalli y cierra su itinerario con las “Articolazione totale'.

La exposición nos da la bienvenida con dos metalli como lema de la exposición. Como inicio de su estilo se exponen sus acuarelas abstractas cercanas a la abstracción propia del arte informal. En ellas modifica y rompe las pinturas con los dedos, con el gesto. Junto a éstas pinturas que presentan rastros de pincelas repetidas por el lienzo, cerrando esta especie de etapa inicial. Rápidamente nos adentramos en una de sus grandes búsquedas, la búsqueda de la aprehensión de la luz en la serie de lienzos “Spazio-luce”.

En todas sus obras utiliza el efecto de repetición para nunca llegar a ningún sitio. Repite la representación de la luz una y otra vez en una búsqueda imposible e infinita de atraer lo inmaterial, la luz, en el lienzo, cuadros monocromos en los que una variación de tono forma un círculo.

Con los llamados filtri Lo Savio fija la luz en el papel a través de degradaciones de colores cálidos. Composiciones luminosas combinando el cuadrado y el círculo, formando una sola unidad. Forma pura y luz como esencia de la creación artística, a través de la cual usa la geometría como forma de agarrarse el movimiento moderno. Parece que después de la angustia y el desorden propio del expresionismo abstracto, Lo Savio se agarra a la disciplina de la geometría como salvación y sujeción a la vida.

Inmersos en la luminosidad de la serie Spazio-luce y los filtri quemados por el sol, nos adentramos en el negro opaco de sus metales. La exposición da buena muestra de las experimentaciones de Lo Savio con la escultura exponiendo los metalli en el ecuador de la exposición. Piezas escultóricas de pared bañadas en color negro que absorben toda la luz natural proyectada en la sala. Si en Spazio-luce la luz era la protagonista de las obras y se expandía en la sala, la densidad del negro de los metalli contrae la luz y la oprimen dentro del metal. Como lo hiciera su coetáneo Ad Reinhardt, Lo Savio aquí trabaja la imposibilidad del negro total y sus matices, y particularmente sus posibles manifestaciones en las composiciones del metal.

Sus telas y metales se traducen siempre en experiencia directa de espacio y luz. En esta exposición queda una vez más patente como la luz es esencial para Lo Savio, la luz da forma a su mundo y él juega con ella a atraparla. Como para dejar que las obras de Lo Savio jueguen con la luz y la modifiquen, el comisario Daniel Soutif ha elegido las salas más luminosas de la muestra para los metalli y las más cerradas y alejadas de la luz natural para Spazio-luce.

Los metalli se forman mediante verdaderos estudios compositivos que podemos ver en los dibujos preparatorios. Dentro de ellas trabaja una ley compositiva estricta que cambia levemente de pieza a pieza, con un ángulo ligeramente más inclinado aquí y otro allá. Tanto en los metalli como en Spazi-luce utiliza el efecto de repetición para nunca llegar a ningún sitio.

Son justamente estos metalli los que sitúan a Lo Savio como precursor del arte minimal. Literalmente son metales negros opacos, nada más que lo su título indica. Artefactos sin función. Justamente al comenzar la exposición con dos metalli, lo sitúa en un contexto y encuentra su sitio en el gran relato de la historia del arte. Pero la belleza de la indiferencia de principios de los 60 todavía no se ha hecho fuerte en Lo Savio, existe una intencionalidad total en cada una de las variaciones de los metalli, una carga de sensibilidad diferente, diría Yves Klein.

Como última etapa tenemos las múltiples “Articolazione totale', piezas escultóricas, donde a la literalidad de los metalli se une una puesta de escena teatral. El coeficiente de teatralidad de estas piezas reside en su capacidad de “hacer el espacio vacío perceptible” sin reducirlas a meros objetos.

Lo Savio representa uno de los últimos artistas en aferrarse al movimiento moderno y con su simbólica muerte en Marsella en la Ville Radieuse de Le Corbusier preludia su fracaso. El Reina Sofía enfrascado en su remodelación y en la de la modernidad sabe bien elegir los artistas bisagra con los que repensar el gran relato del arte contemporáneo. Aunque está exposición ayude a consolidar a Lo Savio como un artista tan interesante y conocido como sus contemporáneos Piero Manzoni o Yves Klein. Hay que lamentar que su breve trayectoria no haya sido lo suficientemente importante como para haber conseguido un folleto de la exposición o alguna referencia a ella en la señalética del museo que acercara a más visitantes no especializado al trabajo de Lo Savio.

Virginia Moya.