miércoles, 18 de noviembre de 2009

DINASTÍA Y DIVINIDAD


ARTE IFE EN LA ANTIGUA NIGERIA

EXPOSICIÓN del 18 de septiembre al 13 de diciembre de 2009

Real Academia de Bellas Artes de San Fernando


Los artistas de Ife, la antigua ciudad-Estado y tierra natal de los yoruba, crearon una obra escultórica única, que se cuenta entre las estéticamente más asombrosas y técnicamente sofisticadas de África. “Dinastía y divinidad: arte IFE en la antigua Nigeria” es la primera exposición exhaustiva que presenta los logros artísticos de esta civilización, que tuvo su apogeo entre los siglos XII al XV en Nigeria.

La muestra, organizada en Madrid por el Ministerio de Cultura y comisariada por Enid Schildkrout, conservadora del Museum for African Art, Nueva York, contiene 109 de las piezas de Ife más valiosas y bellas realizadas en materiales como bronce, terracota, piedra y cristal y que han sido cedidas para la itinerancia por Europa y Estados Unidos por la Comisión Nacional de Museos y Monumentos del Gobierno de Nigeria. La exposición ha sido mostrada en la Fundación Marcelino Botín en Santander y se podrá contemplar en Madrid a partir del 18 de septiembre, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Eva Ortega


CABEZAS DE IFE

Como organismos vivos, las culturas están en constante evolución. Cuando el etnógrafo alemán Frobenius vio las esculturas de la ciudad de Ife, le sorprendió encontrar un arte naturalista en plena selva de Nigeria. En defensa del difusionismo cultural, relacionó Ife con el posible contacto de una colonia griega que transmitiera su clasicismo. Pero la cultura de Ife cuenta con un desarrollo independiente y un apogeo entre los siglos XII y XV.

Las culturas exóticas siempre han causado curiosidad, por eso los coleccionistas europeos en sus expediciones colonialistas recolectaron objetos para mostrarlos en Occidente. De la antropología pasamos a un renovado interés por el arte africano durante el periodo de las Vanguardias.

Entonces las piezas se exhibieron en exposiciones de arte junto a obras de Picasso, Léger o Derain. La mirada cambió y los artistas occidentales descubrieron los objetos africanos, considerados hasta entonces materiales etnográficos. Como dijo el antropólogo James Clifford, el arte no es universal, sino una categoría cultural cambiante de Occidente.

Con la exposición Dinastía y divinidad. Arte Ife en la antigua Nigeria, redescubrimos una cultura, a través de las más de 100 obras que han sido prestadas por la Comisión de Museos de Nigeria para itinerar en Europa y Estados Unidos hasta 2011.

Por la oscura y estrecha sala con vitrinas llenas de esculturas de barro, cobre y piedra, nos parece entrar en un museo de antropología o arqueología, donde se muestra el rico patrimonio escultórico de Ife, que a su vez refleja la riqueza que debió existir en sus costumbres, joyería, símbolos de poder y mobiliario. La mayoría de las obras expuestas se hallaron por casualidad en casas y palacios de Ife durante el s XX, y un reducido número se utiliza todavía por la dinastía Yoruba. Al carecer en general de contexto y datación, las piezas están organizadas formal y temáticamente.

Un mito de los Yoruba, similar a la tradición judeocristiana, cuenta que el dios Obatalá modeló con arcilla a los humanos. En cambio, cuando Obatalá estaba borracho los hacía deformes. Las esculturas de Ife muestran un arte especializado: realismo para representar las malformaciones, idealización para las cabezas de sus reyes-dioses y deformación abstracta para sus cónicos sacerdotes.

Predominan en la muestra las cabezas, algunas con curiosas líneas verticales que atraviesan los rostros, como velos simbólicos que ocultan la cara de los reyes. También se pueden encontrar animales, cetros, abalorios y taburetes con carácter espiritual según el animismo. Muchas obras son complejas técnicamente por la difícil aleación de cobre con la que están hechas.

Se incluye escultura de Benín, esquemática heredera de Ife, que siguió usando el mismo metal y elementos iconográficos. La exposición es una invitación a descubrir la rica y diferente cultura de Ife. Seguramente el espectador saldrá sorprendido y con la sensación de estar descubriendo un tesoro más del arte africano.

Eva Ortega.

Jennifer Calles


Ni etnología, ni arte, ni todo lo contrario.

Ya decía Carl Einstein en su célebre escrito de 1915, La escultura negra, que la figura del etnólogo y la del historiador del arte deben trabajar juntos para evitar que la contemplación del arte africano quede limitada, o bien a la idealización romántica propia de nuestro tiempo, o bien a la objetiva y rígida visión del arqueólogo. Y así debería suceder en exposiciones como Dinastía y Divinidad. Arte Ife en la Antigua Nigeria, que estos días podemos visitar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Un total de 109 piezas escultóricas conforman un recorrido que nos sirve como ilustración de aquello que se ha dado en llamar arte Ife, procedente de la zona de Nigeria. Ife fue la capital de los yoruba, una civilización que alcanzaría su esplendor entre los siglos XII y XV y cuyas manifestaciones culturales siguen asombrándonos aún hoy por su sofisticación técnica y su belleza estética. Ante nuestra mirada, se muestran rústicos abalorios de gran cromatismo y realizados en cristal, figuras zoomorfas de piedra y representaciones humanas en terracota. Sin embargo, son sin duda las cabezas y máscaras realizadas en bronce las piezas estrella la exposición. Ejemplos como la máscara “Obalufón” (siglos XIV-XV) o “Cabeza con corona” (siglos XIV-XVI), nos descubren un repertorio formal para el que podría buscarse múltiples calificativos excepto el de “primitivo”.

Sin embargo, ¿son acaso la belleza y el virtuosismo conceptos válidos para juzgar y justificar el arte? Esta duda inevitable adquiere un peso cada vez mayor si tenemos en cuenta que nos referimos concretamente a un arte tan alejado de los cánones y presupuestos de la cultura occidental como lo está el arte africano. Desde que a finales del siglo XIX se descubriese el arte en bronce de Benin, comenzaría ya la discusión sobre la categoría artística de unas obras que, no hay que olvidar, tuvieron por encima de todo un carácter funcional en su origen. De ahí la necesidad de que etnólogo e historiador del arte colaboren juntos, pues de lo contrario se sucederán una vez más tópicos como la exaltación del arte por su habilidad técnica, en el que incurre esta exposición.

La idealización de un primitivismo romántico sigue siendo un lastre que debemos abandonar. Y cuando lo hagamos, quizás nos daremos cuenta de que, a pesar de su sofisticación y delicadeza, el arte Ife no aporta nada más al arte africano. Porque, citando de nuevo a Carl Einstein, “los artistas de aquellas regiones nos enseñan que no se puede contemplar el arte africano a partir de fórmulas establecidas”.

Por otra parte, no pueden pasarse por alto las explicaciones simplistas que acompañan a cada pieza, describiendo neciamente al espectador aquello que éste puede ver in situ, con sus propios ojos.

En conclusión, tras el recorrido por las salas de la Real Academia, nos damos cuenta de un intento fallido en el que la visión etnográfica y la histórico-artística se yuxtaponen, pero no se coordinan.

Jennifer Calles.

Xabier Gantzarain


Civilizados

Cuando en 1910 el etnógrafo alemán Leo Frobenius vio por primera vez las piezas de la cultura Yoruba, le pareció tan increíble que aquellas gentes hubiesen podido realizar tan bellas figuras, que al principio creyó que su única explicación posible era una colonia griega en la mítica Atlántida, la cual pudo haber llevado el arte clásico hasta las selvas de Nigeria.

Lo primitivo, en base al dualismo imperante que lo clasificaba todo según el punto de vista occidental, y por lo tanto excluía a cualquier “otro”, era lo opuesto a lo civilizado.

Durante el siglo XX, debido sobre todo a la emancipación política de los pueblos colonizados, el punto de vista occidental se ha ampliado. No es que haya dejado de ser el hegemónico, sino que se ha vuelto políticamente correcto.

En 1980, cuando el Metropolitan Museum organizó una exposición para exhibir las piezas de la antigua Nigeria, entre las cuales estaba la “Figura Sedente” que también alberga ésta que ahora comentamos, el título de la muestra era “Treasures of Ancient Nigeria”. Eran tesoros, no era arte. En el fondo, el punto de vista no difería tanto del de Leo Frobenius. El título indicaba la sorpresa ante la belleza desconocida.

Hoy, cien años y varias pruebas de carbono 14 después del “descubrimiento”, las piezas que se hallaron en Ife se han integrado en el timeline de la Historia del Arte, ya son consideradas arte, pero se sigue sabiendo muy poco de las más profundas motivaciones, posibles funciones y verdaderas significaciones de éstas.

Ya en 1915 Carl Einstein avisaba de la extremada prudencia con la que debían ser analizadas todas aquellas piezas de “arte africano” o “escultura negra” en su libro Negerplastik: “Para formular un juicio no es suficiente sólo enfocarlo sobre la habilidad técnica o sobre la valoración da la llamada expresión viva. Los artistas de aquellas regiones nos enseñan que no se puede contemplar el arte africano a partir de fórmulas establecidas”.

Aún así, tanto las reseñas y notas de prensa como las explicaciones que acompañan a las piezas, resaltan la habilidad técnica (véase la fundición a cera perdida) y aluden a la expresión viva (véase idealismo clásico de la máscara de Obalufon).

No obstante, esta exposición es una cita ineludible: además de instructiva, es una cura de humildad para los “civilizados”.

Si por lo que sea no podéis ir a verla, os dejo con unas palabras de Marjane Satrapi, autora de cómic y cineasta iraní: "Mire, yo vivo en Europa y vivo en paz, y soy consciente de que eso es un lujo. Pero eso de la civilización occidental es el mayor bluff que nos han contado. No hay civilización. Tú te vas a París, y todo es maravilloso, la ciudad de la luz, del amor, de la alegría. Vale. Pero si cortas la luz en toda la ciudad, y los supermercados y los hospitales se quedan a oscuras y sin funcionar, ya verás lo que tarda la gente en matarse entre sí. O sea, que si todo va bien no es porque la gente sea civilizada, sino sencillamente porque no tiene hambre".

Xabier Gantzarain.

Nieves Limón


Cabezas pensantes


Es inevitable sentirse impresionado cuando nos encontramos ante objetos que acumulan el paso del tiempo, que acumulan historias lejanas. La fascinación, fruto de la errónea creencia humana al sentir el aquí y el ahora como un absoluto, se multiplica cuando constatamos que ni el paradigma histórico-cultural presente (el ahora) es la herramienta ideal para entender siempre el pasado, ni occidente (el aquí) la cuna de toda manifestación artística.

Bajo estas premisas se nos ofrece una pequeña selección (alrededor de un centenar de piezas) del arte de Ife: ciudad-estado de la actual Nigeria que vivió entre los siglos XII y XV una floreciente época. Lugar de nacimiento de los Yoruba, pueblo que actualmente sigue contando con 35 millones de habitantes repartidos en diferentes regiones, Ife ejerció durante varios siglos un poderío reseñable en uno de los continentes más desconocidos para esta sección del mundo. Así, la muestra surgida tras la colaboración de una larga lista de instituciones intercontinentales (British Museum, Museum for African Art de Nueva York, Fundación Marcelino Botín y Comisión Nacional para Museos y Monumentos de Nigeria como principales actores de esta construcción), rescata esa doble función museística que ya apuntaba Thomas McEvilley (definir y aproximar) para canalizar la fascinación primigenia del visitante y trasformarla en una pequeña píldora de conocimiento pseudoetnográfico.

Utilizando la obsesiva y reconfortante necesidad de dividir todo en categorías enfrentadas Dinastía y Divinidad: Arte Ife de la Antigua Nigeria nos enseña dos caras de una misma moneda: lo sagrado y lo terrenal, lo religioso y lo político o, lo que es lo mismo, grandiosas esculturas (no por su tamaño, sino por su preciosismo, detalle, valor estético) que representan dioses y gobernantes de Ife y, línea cronológica también necesaria, de Beni: nueva capital de la región tras la decadencia de Ife. Junto a ellas podemos ver series de objetos cotidianos (vasijas, abalorios, animales de culto todo minuciosamente etiquetado y con sus apropiadas descripciones plagadas, eso sí, de condicionales y suposiciones) que ejemplifican como el voyeurismo por lo cotidiano (Sontag dixit) se remonta al inicio de los museos y se extiende hasta nuestros días. Pero, si al principio explicábamos la atracción por lo ancestral (pretérito y, en este caso, además, lejano físicamente para nosotros y los posibles visitantes de Europa y de Estados Unidos donde viajará la muestra) como algo natural, ahora tenemos que apuntar que ese sentimiento está más que justificado ante la serie de máscaras de bronce, cabezas de terracota o esculturas de granito que se exponen sin posibilidad de ser rodeadas: impulso de todo aquel que visite la exposición. Arte en su más pura manifestación techné que retrata la destreza de los artesanos creadores de estas piezas, una civilización milenaria y la actual intención de revalorizar (o cuanto menos mostrar) otras grandezas históricas.

Nieves Limón.

Nadia Cortés


Espacio para la diferencia: Arte Ife

Es un hecho que hoy en día abundan los discursos reivindicativos y de aceptación de las diferencias, desgraciadamente su predominio y pluralidad, así como los intentos por abrir espacios, más allá de aceptar, a las otredades, no garantiza el éxito de la tarea. En el ámbito artístico, dichas reivindicaciones no se han hecho esperar, algunas más acertadas que otras pero al final intentos por mostrar “lo desconocido” a nuestros discursos lingüísticos o visuales hegemónicos.
Actualmente, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, se presenta la exposición Dinastía y divinidad. Arte ife en la antigua Nigeria que muestra el legado artístico de la civilización Ife durante los siglos XII al XV e intenta brindar un horizonte de apertura para entender esta cultura. La cultura Yoruba ha sido y es expresada a través del arte Ife, las piezas escultóricas de terracota, piedra, cristal y metal no sólo muestran una maestría y sofisticación técnica del uso de los materiales, sino que presentan el reflejo de una sociedad que estaba creciendo comercialmente, como se observaba en el uso del cobre en sus esculturas, así como toda su cosmovisión, al resaltarse el carácter mitológico y ritualístico de sus obras. Aunque anteriormente se han realizado muestras del arte Ife en exposiciones colectivas, cabe señalar que esta es la primera exposición completa que exhibe un poco más de 100 obras, dada la intención de proporcionar una visión global que de esta cultura. Y será justamente por la intención de la muestra, que la exposición no sólo está llena de las obras del arte Ife sino plagada de una cantidad de explicaciones sobre la cultura Yoruba, textos que por momentos sobrecargan la apreciación del visitante siendo meras descripciones de las obras o presentando un exceso didáctico que pretende mostrar por un lado el exotismo de los Yoruba y, a su vez, un llamado de aclaración para darnos cuenta que no han sido tan diferentes a nosotros, con lo que se pierde la apreciación de la verdadera belleza del modelaje de las piezas cargadas de un naturalismo, realismo y calidad formal. Referencias a la suposición de que en el descubrimiento de las cabezas de cobre del arte Ife se adjudicaba la procedencia a la cultura griega por la belleza del modelaje, o afirmaciones en donde se señala que con la exposición de estas obras se demuestra que las civilizaciones africanas poseen historia al igual que nuestra civilización, se atisba un acercamiento mediado por la comparación. No se acusa al discurso de la muestra de eurocéntrico, simplemente nos parece que el virtuosismo de los Yoruba, no radica en su similitud con el arte griego o en las coincidencias de su cultura con occidente, sino en su naturalismo que logra hacer emerger la tierra en obra de arte; la terracota, el cobre, la piedra transfiguradas con ingenio en obras cargadas de sentido que muestran un arte originario, primigenio, reconstrucción de la creación mitológica de un mundo.

Nadia Cortés.

Bernardita Lira

Más allá de que podemos contextualizar históricamente la estructura cultural y la evolución del material artístico de la Dinastía Ife, estamos ante una exposición que no traspasa el formalismo de entrar a una web o leer una enciclopedia relacionada al tema.

Y si, “enciclopedismo” podríamos llamarle a estas exposiciones muséicas que esconden el corazón exquisito del arte, ya sea contemporáneo o de tiempos remotos, en piezas desempolvadas para el deleite del ojo arqueólogo, acto que sin duda es respetable y de alto valor en cuanto a la conservación histórica del arte y la cultura, pero un tanto reprobables ya que son mostradas con una frialdad que no representa en alto grado lo que cada cultura contiene.

La expo Dinastía y Divinidad de la cultura Ife, nos muestra 109 piezas realizadas en cobre, terracota, piedra y cristal, que han sido cedidas para la itinerancia por Europa y EE. UU., por la Comisión Nacional de Museos del Gobierno de Nigeria, piezas creadas por los yoruba entre los siglos XII y XV.

Es fundamental la relación establecida entre arte y cosmogonía yoruba, la definición de orixas en su cultura, que son los santos, primeros pobladores de la tierra, la presencia de la música en sus manifestaciones artístico religiosas, la representación de los dioses en distintas formas de la naturaleza y su influencia especial en sectores de Brasil, donde los orixas o yorubas llegan como esclavos a inicios del siglo XVI estableciendo ahí uno de los principales focos de desarrollo de esta cultura religiosa surgida en Nigeria y practicada aún en la actualidad.

Es esa capa exquisita de la cultura la que el Museo nos esconde, ese viaje mitológico que se vuelve contemporáneo, y que enriquece, da vida a las figuras expuestas como arte muerto, pues quien ha estado en Salvador de Bahía o Espírito Santo en Brasil, podrá apreciar el fenómeno ritual en torno a los dioses yorubas tales como Ogum el guerrero, o la veneración a Yamanja, diosa del mar, figuras presentes en la mercadería religiosa que se consume en las arenas del Atlántico y que se vende como pan caliente a los turistas de corazón occidental que ven con gracia y anhelo la veneración a los Santos y su significado vital en la permanencia de las costumbres - que nadie pretende abolir por lo demás, pues el catolicismo ya fue vencido en esas tierras- y los ritos de la población de ascendencia africana.

Ahora bien, es impactante la pulcritud y el detalle de la obra en sí, que sin la exposición no tendríamos en cuenta, una técnica impecable para fundir los materiales y darles forma, especialmente los realizados en cobre, material de difícil aleación por su composición, cuyos resultados son figuras altamente representativas de esta cultura que enaltece el ícono de la cabeza tanto para los reyes así como para los visitantes extranjeros amordazados o los animales de sacrificio religioso.

Contradicción: El museo nos lo muestra. El museo es frio y calculador. ¿Prescindimos del museo? Lo dudo.

Bernardita Lira Manriquez

Virginia Moya


La creación escultórica en la ciudad de Ife, centro de la cultura yoruba, cuyo apogeo se sitúa entre los siglos XII y XV en Nigeria, es el objeto de la exposición Dinastía y Divinidad, a través de piezas de origen mitológico, representaciones de la monarquía, piezas decorativas, abalorios y destacando sobre todas las demás piezas las majestuosas cabezas de Ife que presiden la exposición.

El interés posmoderno por lo Otro ha abierto algo de espacio en los circuitos de arte para las culturas no-occidentales. Debido al desconocimiento por parte del espectador occidental medio de la cultura yoruba, la exposición se inicia con una parte de contextualización sobre la localización, rutas comerciales, tradiciones y evolución mitología de esta cultura. Además de ser una oportunidad para ver piezas de alto valor artístico, nos permiten conocer algo más de la historia y cultura de esta región africana, prácticamente inexistente para la mirada occidental con anterioridad a la colonización europea.

Ile-Ife se traduce, según Henry John Drewel, como “propagación de hogares”, el lugar que origino la vida y la civilización. La ciudad-estado se relaciona con numerosos asociados a los mitos de creación del universo que dan origen a una compleja simbología.

La contemplación de lo Otro requiere exhibir modestia y admitir que es necesario ayudas y referentes para la hermenéutica de la obra. Dinastía y divinidad: Arte Ife en la Antigua Nigeria añade abundante información sobre el proceso de elaboración de las piezas, las técnicas de fundido del metal o la importancia de los abalorios en la cultura yoruba. Cada pieza viene apoyada en cartelas descriptivas, donde la comisaria, Enid Schildkrout, hace una interpretación de cada pieza. Llama la atención que entre éstas abundan las suposiciones, las teorías especulativas en ocasiones demasiado abiertas.

Esta exposición está organizada por el Ministerio de Cultura y por la Fundación Emilio Botín con la colaboración de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos del Gobierno de Nigeria a través del préstamo de las impresionantes cabezas de Ife que custodian. Como suele pasar con exposiciones itinerantes por sedes dispersas que no colaboran con la difusión de la exposición, ni un solo cartel ha sido impreso para difusión de la exposición, lo que no evita que la exposición sea un éxito de público. La ambientación de la exposición, cuidada hasta el detalle, es elegante y adecuada, dándole la importancia que se merece a la Dinastía Ife aunque ofreciendo una mirada museística y conservadora a la tradición yoruba. Es importante reflexionar sobre el hecho de que esta cultura no es sólo un hecho histórico, es también una cultura viva aún vigente y extendida por todo el mundo, con una dinastía intacta en la actualidad. En este sentido, el tratamiento de la cultura yoruba debe evitar la nostalgia excesiva típica de una mirada eurocéntrica y volver mirar a África, y en este caso, la cultura yoruba, no tanto como historia, sino como presente.

Virginia Moya.