viernes, 26 de noviembre de 2010

On&On

On & On. Nuevos planes, idénticas estrategias.


Hata el 16 de Enero se puede visitar en La Casa Encencidad la exposición On&On, comisariada por Flora Fairbairn y Olivier Varenne. Han sido los encargados de seleccionar 13 artistas que exponen su obra con la etiqueta de “ arte efímero”. Bajo esta denominación encontramos diferentes propuestas aglutinadas en torno al concepto de arte perecedero que articula un discurso basado en el instante, en el ahora, el presente como arma de juego.

Por ello, muchas de las obras que se pueden visitar cambiarán de forma durante el trascurso de la exposición. Así vemos como Cripta de Michel Blazy expone una cueva llena de alimentos en descomposición ( se recomienda coger una mascarilla) o Ania Gallacio en Stroke/Aspic reúne una serie de velas que se van consumiendo a la vez que crean un extraño olor a iglesia vestusta.

La apuesta perfomática de Thino Shegal, donde una mujer vestida de guardia de seguridad canta “This is propaganda”o Gregorio Zanon con un elemento azaroso en su perfomance al piano, inciden en el arte como forma interactiva.
Otras obras poseen un grado conceptual más elaborado como In Silence de Chiaru Shiota donde una maraña de lana esconde un piano envuelto en sillas vacías que conduce hacia una releflexión sobre la ausencia.
Una de las videoinstalaciones( Roman Signer) pierde su significado debido a la mala ubicuación – encima de una esclaera- y la otra de Andy Goldsworthy, se reafirma en la captación de lo invisible.
Steiner y Lenzlinger en Conference reflexionan sobre la materia, un tipo de fertilizante va colonizando diferentes instrumentos y material de oficina y Celeste Mougrenot en From here to ear juega con las modulaciones de la música gracias a unos pájaros sueltos que posan sobre las guitarras y bajos, lo que produce una cierta desorientación ¿estamos en un zoológico?

Según la autora del catálogo, R. Campbell, existe una “ magia del instante pasajero, la poesía del presente”.Insistir en el arte efímero como una poética infraordianaria o infraleve -por tomar un concepto de Perec o de Duchamp- no es algo nuevo.Por ello llama la atención que uno de los reclamos publicitarios de la exposición sea “la primera exposición dedicada al arte efimero,” ya que el tema no es novedoso ni mucho menos.

Trabajos que son creados en un determinado contexto- site specif- y que cambian a lo largo del tiempo hasta desaparecer han sido una constante en la Historia del Arte( el conceptual, las perfomances, los happenings,el land art...)Por ello el elsogan utilizado y el componente novedoso no cumplen con las expectativas creadas.Si en cambio, responden a un tipo de exposiciones que atraen a cualquier visitante; se configuraría mas bien como un arte que si es momentáneo en cuanto duración, también es perecedero en cuanto a público. Se trata pues de una exposición creada para atraer a todo tipo de visitante y recomendada para menores de edad (por el atractivo lúdico que algunas obras encierran). Una exposición donde el componente estético y sensorial prevalece sobre un discurso pobre en cuanto a un contenido conceptual articulado.
“Esto queda bonito” fue una de las frases que escuché a una de las señoras que visitaba una sala. Puede ser bonito señora, pero, ¿ porqué contentarse con tan poco?.


Irene López

On&On (o la fugacidad pretendida)

Puede resultar paradójico que una exposición de arte efímero me remita a obras de arte del pasado. O no. Quizás sea una prueba más de que, pese a la fugacidad de la materia de la que están hechas las obras (o las personas), el arte sí que permanece en el tiempo. Y es que, al fin y al cabo, esta exposición va sobre eso, sobre el tiempo y su impacto en la vida, sobre su paso inevitable, sobre su sigilosa e inadvertida presencia.
Por ello, aunque perecedera, la muestra que La Casa Encendida acoge desde el 19 de noviembre de 2010 al 16 de enero de 2011 y que ha sido comisariada por Flora Fairbairn y Olivier Varenne me remite a las arcas de la Historia del Arte. Por ilustrar, en la obra de Shiaru Shiota, Silence, una maraña de hilos negros llena la mayor parte del espacio de una habitación donde también hay un piano. Tanto el título en sí, como el instrumento, evocan la instalación en la que Joseph Beuys en 1985 colocó un piano cerrado dentro de una habitación recubierta de fieltro. El silencio y el aislamiento en ambas es flagrante. La materia orgánica en descomposición de Crypte, la obra de Michael Blay, muestra la cara más repugnante de la acción del paso del tiempo: el olor pestilente de lo material en putrefacción y su conversión en otro elemento; si bien es cierto que, ya en los años setenta, Peter Hutchinson, artista de landart, colocó 300 kilos de pan envuelto en plástico en el cráter del volcán de Paracutín, en México, para documentar este proceso biológico de la conversión de una sustancia en otra: de pan en moho. Claire Morgan, en la muestra, también analiza este tipo de procesos, aunque desde una perspectiva más estética ya que, en vez de utilizar elementos tan prosaicos como el pan, recurre a uno de mayor lirismo, las fresas, un detalle que, quizás y para bien, agudiza aún más el contraste visual que acontece a la transformación química. Volviendo a la idea de landart, tan ligada a lo efímero, no puedo evitar relacionar en un punto la obra de las luces que se encienden y se apagan de Martin Creed con los pararrayos de Walter de María de finales de los setenta, ambas aluden a lo intangible, a lo intermitente o lo inconstante. Por otro lado, Andy Goldsworthy, a quien se puede considerar como uno de los continuadores de esta generación de artistas de la tierra, también tiene una obra en la exposición: un vídeo que muestra cómo la huella de su silueta queda impresa en el suelo de Nueva York tras la lluvia y cómo luego ésta desaparece sin más cuando él se marcha. A propósito de siluetas, no he podido evitar recordar a Ana Mendieta, para quien el tema central de su obra fue siempre su figura.
La idea de lo efímero no es, por tanto, precisamente novedosa dentro del arte ya que existen precedentes evidentes. Sin embargo, si lo efímero durante el arte del siglo XX había girado en torno a dos polos: uno más pragmático, que retaba a los engranajes especulativos del sistema del arte mediante el uso de lo efímero como forma de robarle a la obra su posible plusvalía, y otro polo, más metafísico o reflexivo, como constatación del paso del tiempo, de su acción, de la evidencia de la muerte, de la utopía de la permanencia humana, de sobrevivir a su propia destrucción, la exposición actual no expresa una evolución coherente del arte. Me refiero a que estas obras, en gran medida, han obviado la herencia pragmática de sus predecesores, suponiendo, grosso modo, un vago recuerdo más epidérmico que sustancial de algo que no sólo pretendía hablar de la fugacidad del tiempo, sino además, transgredir el arte.

Lidia Mateo Leivas

LA HUELLA DEL OBJETO

Sobre la exposición On & On, en La casa encendida.


Desde el pasado 19.11.2010 hasta el 16.01.2011 La Casa Encendida presenta On & On, una exposición colectiva donde trece artistas de nacionalidades y generaciones distintas experimentan con la naturaleza efímera del arte. Trece obras forjadas con materiales perecederos y actos fugaces, donde el viaje es más importante que el destino, y el proceso más significativo que el producto final. Pero este proceso resulta muy variable;


Algunas obras muestran directamente la transformación de la materia: la impactante The conference, de Gerda Steiner y Jörg Lenzlinger, donde salvajes colonias de cristales se apoderan de una oficina, desafiando la frontera entre lo natural y lo artificial, el deshielo ennegrecido de Kitty Kraus o la pestilente y literal descomposición en La cripta, de Michel Blazy, cuya fuerza creativa emerge, paradójicamente, de la propia destrucción de la muerte.


Otros artistas escogen un momento fugaz, lo detienen en el tiempo y se recrean en él. Es el caso de Claire Morgan, que construye una imagen congelada para sugerir el estatismo de la muerte, de Roman Singer, en cuyo microsuceso la dilatación se convierte en espectáculo, o de Andy Goldsworthy, que revela los efectos del tiempo a partir de la desaparición de una sombra seca.


La música del azar es el objeto de otras dos propuestas; en mi opinión las más interesantes. Una es Exercising Limited Freedom, de Gregorio Zanon; una interpretación al piano que explora el vínculo entre música y la escultura, a través de patrones geométricos de notas y motivos y una puerta abierta a la improvisación. La otra es Aviario sónico, Céleste Boursier-Mougenot, un singular espectáculo de música involuntaria de cuarenta pinzones, que en función de la circulación de los visitantes, se posan sobre platillos y trastes de bajos y guitarras.


Otra estrategia recurrente es la activación de la memoria; en la débil propuesta Stroke/aspire, de Anya Gallacio, donde más allá del evidente juego olfativo no encuentro las claves psicoanalíticas de las que habla la artista en su discurso, amén del uso manido del círculo para reflejar el eterno retorno y la inmortalidad del proceso de creación. La memoria también es protagonista en In Silence, de Chiharu Shiota; una afirmación de la pérdida de la voz, cuyo recuerdo es bello. Una obra de ingeniería que destaca sobre las demás y sin embargo difiere de la premisa principal planteada en la muestra.


Y es que los comisarios Flora Fairbairn y Olivier Varenne no han sido del todo rigurosos con la coherencia temática entre las trece instalaciones (no todas las las obras se transforman a cada momento, como reza la nota de prensa, ni cualquier obra de site specific plantea de por sí cuestiones inherentes al arte efímero), aunque sí resulta loable el sumo cuidado estético con que han concebido la exposición. No es casual que Flora haya dirigido el Concrete and Glass, un festival de artes plásticas y escénicas; On & On es como un gran montaje escénico que reafirma la experiencia estética y la magia del instante, con presencias inesperadas y efectos de extrañamiento. El espectador, si bien no es el actor principal, participa activamente y da sentido a las obras, que evocan recuerdos y sensaciones universales. Un público de lo más abierto y heterogéneo puede interpretar distintos niveles de lectura y experimentar su propio descubrimiento emocional. Este fenómeno me parece un hecho positivo, pues como dice Howard Hussey: la segregación elitista de la vanguardia no es culpa del arte sino de la sociedad.


En conclusión, en una sociedad en la que las perspectivas de futuro son cada vez son inmediatas, es inevitable que el arte efímero vaya adquiriendo legitimidad en museos e instituciones. El valor expresivo de una obra no debería basarse en su materialización, sino en las ideas que ésta genera en nuestra memoria, en las huellas que prevalecen cuando el objeto ha desaparecido. Esta no es una idea nueva; ya desde Duchamp se cuestiona la concepción del arte como objeto, y el site-specific ya era explotado durante los primeros happenings y performances. Sin embargo, On & On presume de ser la primera exposición de arte efímero en España.


Adrián Sivestre.

Del 19 de Noviembre al 16 de Enero 2011: On & On en LA CASA ENCENDIDA

Blazy/BousierMougenot/Creed/Fornieles/Gallaccio/Golsworthy/Graus/Morgan/
Sehgal/Shiota/Signer/Steiner&Lenzlinger/Zanon.

La bienvenida a la exposición nos la dan los curadores desde la pared, donde nos señalan que las obras que veremos, de arte efímero, son una respuesta de trece artistas (catorce!) a la condición de control del mundo en que vivimos por parte de los medios.

El catálogo es muy completo pero un tanto pretencioso. El texto de Hussey me parece abigarrado, sin un hilo conductor que sea un punto de referencia para orientarse en cuanto a la obra. En seguida, nos enfrentamos a un escenario escindido entre dos cuerpos de salones en dos pisos, separados por el pasillo central, lo que produce una cierta dificultad de orientación. Se termina con la sensación de que uno pudo haberse perdido de ver alguna de las obras. Y en mi caso de todas maneras fue así porque en mis dos incursiones no logré encontrar las performances de Eloise Fornieles y Tino Sehgal.

La muestra cuenta con artistas de experiencia y/o de presencia en museos de prestigio internacional con inquietudes que no necesariamente coinciden con las anunciadas por los curadores, lo que ya de por sí, deja en el aire un interrogante. Como arte efímero propiamente, en la medida en que de ello no quedarán huellas más que las trasliteradas a otro medio, se presentan los trabajos “La Cripta”, de Michel Blazy y “Down time” de Claire Morgan. Desde perpectivas muy diferentes, ambos abordan la realidad de la decadencia y de la muerte. En el caso de Morgan, un gesto de melancolía se desprende de su concepto del paso del tiempo sin mayor trascendencia filosófica mientras que en Blazy se trata del aprecio por la vida que se encuentra en lo que normalmente significamos como descomposición y muerte.

Chiharu Shiota, encierra un piano y sillas quemadas en una intrincada telaraña de hilos de lana negra, como memoria de una fuerte impresión de su infancia cuando un incendio hizo enmudecer el piano del vecino. La confrontación con la posibilidad real de que la voz se pierda, la pone en contacto con la palabra interior. Es la manifestación de esta palabra viva pero silente que grita desde la madera quemada del piano y las sillas. Trabajo logrado con gran sutileza.
Gerda Steiner y Jörg Lenzlinger habían ya presentado una obra en la Casa encendida en el 2003 y esta vez, nos traen una aliviante propuesta anti-globalización donde la imagen resulta mejor metáfora que la información grosera del catálogo.

Sorprende la leve referencia que se hace al “Work number 227” de Martin Creed que generara una enorme polémica al ganar el premio Turner del 2001 a pesar de que es una excelente ocasión para reintroducir la pregunta por el valor artístico de algunas propuestas. En ese sentido, no se menciona para nada que la obra llamada “Intervalos”, donde se encuentra el trabajo de “hielo, tinta, bombilla”, de Kitty Kraus, fue solicitada por el Museo Guggenheim de New York para ser presentada de Octubre a Enero del 2010, otro punto también polémico dada la corta trayectoria de la artista. Estamos en presencia de una obra relevante por la discusión que podría abrir con respecto al arte contemporáneo y al sistema del arte en sí, pero que no ha sido tomada por ese costado, sino que da la impresión de que el interés es más consistente con la práctica de promover artistas dentro de una red muy actual que involucra la “business administration”. Los curadores, Flora Fairbairn y Olivier Varenne se dedican a la visibilización de la obra de artistas. Fairbairn además promueve internacionalmente a los artistas cubanos y da soporte al arte emergente a través de un sitio web y maneja una galería en Londres. Varenne es curador y comprador de arte del Mona de Hobart y realizó estudios en el área de Administración de Negocios.


Priscilla Echeverría