martes, 18 de enero de 2011

“El arte nos revela misterios, la filosofía trata luego de explicárnoslos”

Manfredi Beninati (Palermo, 1970) expone actualmente en dos muestras colectivas en la American Academy de Roma y en el Palazzo Riso de Palermo. Recientemente, hasta el pasado día 22, se ha podido visitar también su exposición individual Dicembre 2039 en la Galería Max Wigram de Londres. La obra de Beninati explora el tema del viaje de la vida, la ansiedad que producen los recuerdos, el crecer y luchar para avanzar. Su visión cinematográfica se pone de manifiesto en el contenido emocional que subyace en toda su obra. Artista multidisciplinar, ha expuesto en la James Cohan Gallery de Nueva York, Galleria Lorcan O’Neill de Roma entre otras, además de en el pabellón italiano de la Bienal de Venecia en 2005.



En declaraciones en su reciente inauguración de Dicembre 2039 dice "Desde los comienzos de mi carrera artística he hecho cosas para mí mismo, cuadros y esculturas que no tenía la intención de mostrar en ninguna parte..." Según tengo entendido, parte de estos cuadros 'privados' conforman esta exposición, ¿que le hizo cambiar de idea y mostrarlos?

El caso de esta exposición es bastante particular y la historia bastante larga. Empieza en el 2003 cuando hice el primer dibujo (lápiz y yeso / papel / panel de madera) de tamaño "muy" grande (260x300cm) que desde el principio iba a ser parte de una serie dedicada a mi familia. Lo que pasó entonces fue que mi galerista de Roma se lo dejó a un comisario para una exposición en la Royal Academy de Londres, sin que yo supiera nada... Este dibujo (Flavio y Palermo) nunca regresó a mi estudio (se lo compró Jay Joplin) y mi proyecto se quedó mutilado. Fue por esta razón que lo dejé más o menos ahí, hasta hace un par de años. Flavio era mi hermano, que murió en el 2006, y yo quería que se volviera a juntar con su familia. Hicimos esta muestra para que esto pasara. Como ves fue algo fuera de mi control y tuve que adaptarme a las circunstancias...
 
En su obra se intuye una lucha entre pasado, presente y futuro, creo que el tiempo está muy presente. Trae épocas pasadas al presente como con fruits from a nearby ocean o to think of something. Pero con Dicembre 2039 por primera vez sitúa su obra y al espectador en el futuro. ¿Por qué?

Claramente te refieres al título! En el 2039 Leone, mi hijo, tendrá 30 años, lo que yo considero la edad clave de la vida de una persona. Los dibujos en la muestra son el álbum fotográfico de su familia y, como pasa muchas veces a fotografías y películas que no se han guardado y tratado con cariño, las imágenes que le llegan están muy deterioradas. Es una cuestión de memoria. Imagínate que sería la vida sin memoria! Y una persona que no se acuerda de lo que hizo el día anterior y que cada día pierde (que se le olvida) todo el trabajo que había hecho el día anterior?

He leído que trabaja en 30 o 40 cuadros a la vez, y lo primero que se me ha venido a la cabeza es ¿durante que espacio de tiempo?

Muy largo, sin duda. Puede variar de un mes a tres años según la naturaleza del trabajo. En este momento, aquí en mi estudio hay un número impresionante de trabajos. Miro alrededor y veo esculturas empezadas hace cuatro años, dibujos empezados en el año 2000 o 2001 y pinturas nuevas que ya están casi terminadas al lado de otras viejas de hasta hace cinco años, que nunca termino.

Siguiendo con la pintura, en su técnica emplea raspado y dripping, y colores en tonos pastel mayoritariamente o también dibujos en blanco y negro. Esto me da la impresión que construye a propósito una imagen gastada, que no podemos ver bien o mejor dicho, que nos ofrece otra manera de ver. Exactísimo. La pintura al oleo para mí es puro color. Deja que sea la contraposición de dos colores la que crea el espacio necesario para un volumen.

¿que le ofrece la pintura como medio para expresar lo que quiere narrar?

La cosa que más me excita de la pintura es el hecho de que, después de todo, sea la técnica reina de la historia del arte. Que siempre ha existido y que por los últimos seis siglos no ha cambiado nada. Esto hace que sea posible comparar artistas de épocas distintas de una forma muy clara y linear. Por lo tanto es más fácil leer la evolución de la sociedad humana a través de la pintura, como lo permiten la literatura y la música. El video-arte (que es incluso muchísimo más joven que el cine, que ya en sí es un medio expresivo bastante naïve debido a la falta de historia progresiva) no tiene término de comparación, es por esto que creo que es más un medio lúdico que artístico.
 
El tema de la infancia es recurrente en su obra, en cuadros e instalaciones hay signos que evocan la existencia de esa realidad infantil, juguetes, bicicletas de niños... pero, en el caso de las instalaciones, la figura desaparece. Esta ausencia (en particular de niños, pero en general de personas) siento que dota a la imagen de una sutil siniestralidad, un sentimiento desapacible, cercano a lo 'umheimlich' de Freud, pero que se nutre además de referencias del imaginario colectivo. ¿es esta su intención?

Más que nada creo que mi intención es encontrar una forma de reorganizar las cosas de la vida y del mundo que me rodea según un plan sin jerarquías y donde el orden de las cosas (objetos físicos y también inmateriales, como podría ser una emoción o un sentimiento) sea representado a través de un equilibrio precario que solo mantiene su forma si cada elemento respeta el espacio de los demás. Me doy cuenta que probablemente no estoy siendo bastante claro pero es que así es. Hablando de la ausencia de personas en las instalaciones, se debe al hecho de que lo que me interesa representar es la cristalización de un momento de la vida cotidiana de un ser humano, para que luego los espectadores puedan cada uno imaginarse su propia versión de la historia. Como si se tratara de una película de la que solo está disponible un frame y tú tienes que inventarte todo el resto. Aunque este frame está grabado en tres dimensiones, y la escena tiene que parecerte lo más realística y natural posible, no puede haber una presencia material de seres humanos, que, de hecho, acaban de salir de la escena para, después (tal vez) regresar.

En sus instalaciones el espectador, como voyeur, sólo puede mirar desde determinadas ventanas, puertas o agujeros, ¿por qué lo sitúa ahí? ¿es esta imposibilidad de entrar (a un escenario del pasado) una metáfora porque la única manera de revisitarlo es a través de imágenes?

En realidad, si puedes volver al pasado usando tu imaginación... Aunque haya hecho instalaciones donde el público tenía acceso, como tú bien dices, la mayoría de las veces no lo permito por varias razones. En principio es muy importante que se establezca una relación donde le quede claro al espectador que lo que tiene enfrente de sus ojos es una obra de arte. Y una ventana lo deja claro bastante rápido, enmarcando la escena como si fuera una pintura. Después, el cristal de la ventana siempre influye de alguna manera en la percepción óptica de lo que está detrás de él (reflejos, suciedad, etc). Y por último, te recuerda que tú no perteneces al mundo que estás mirando y que tampoco te pertenece. Lo que estás mirando es el pensamiento de otra persona, la idealización de la vida de otra persona que está siendo generosa al mostrarte sus dudas y sus certezas.


Me interesa la cuestión de la memoria selectiva en relación a la percepción visual, y creo que en su obra se puede ver en gran medida, también ligada a una tendencia fetichista. ¿por qué nos quedamos con unos recuerdos y otros no y por qué nos aferramos a ciertos objetos? . ¿Cómo concibe las imágenes que representa?

Creo firmemente que cada uno tendría que hablar de lo que mejor conoce, representar su propia experiencia y su propia vida de la forma más sincera posible. Todos los elementos representados en mis trabajos llegan directamente de mi pasado. Voy sacando recuerdos de mi álbum fotográfico imaginario y los voy devolviendo a la vida a través de mi trabajo. Sí, estoy de acuerdo, esto es todo muy fetichista...



Susan Sontag define una obra de arte como una manera de mostrar, de grabar o de ser testigo, la cual da forma palpable a la conciencia. ¿Cómo definiría usted al crítico de arte?

Estoy de acuerdo con Sontag. El arte es la conciencia de la sociedad humana. El arte nos muestra, nos revela misterios, lados desconocidos de nosotros, de la sociedad. La filosofía trata luego de explicárnoslos.
Sobre los críticos tengo un conflicto interior. No me puedo decidir. Es exactamente lo mismo que siento hacia los artistas. Hay buenos artistas y malos artistas así como hay buenos y malos críticos. Si un crítico de arte tiene conciencia filológica, histórica y sobre todo memoria universal, entonces se puede volver la clave de todo.

--
Gema Melgar

“El arte puede ser un instrumento de cambio y de mejora”

Yolanda Romero, directora del Centro José Guerrero de Granada, miembro del equipo directivo del programa Arte y Pensamiento de la Universidad Internacional de Andalucía y presidenta de la Asociación de Directores de Arte Contemporáneo de España (ADACE).

Usted tiene una brillante carrera a sus espaldas, dedicada especialmente al mundo del arte contemporáneo. Como experta en el tema, ¿cuál cree que es el verdadero impacto de la producción artística contemporánea en la sociedad?

Yo creo que el arte sí que tiene una influencia en la sociedad, pero sobre todo a nivel individual, en las personas. Hoy día creo que es difícil que alguien pueda provocar grandes cambios, pero las personas, los artistas, si pueden contribuir con sus acciones a cambiar el contexto más inmediato. Es decir, yo creo que el arte puede ayudar a muchas personas a entenderse y a convivir mejor con su entorno. Hay proyectos que, mediante prácticas específicas, pueden tener una incidencia social determinante. Por ejemplo, desde el Centro, el proyecto Transductores que se ha hecho en colaboración con diferentes agentes culturales, asociaciones, colegios, etc. estaba pensado para que tuviese una incidencia social real, para transformar espacios urbanos de manera colectiva. Éste tipo de acciones artísticas me interesan enormemente por lo que comportan de herramienta de transformación social.

Usted fue la comisaria del stand Ellas Crean en ARCO de 2010, ¿cómo fue la experiencia? ¿cree que un proyecto así tiene cabida en una feria de arte contemporáneo?

El proyecto fue interesante, lo que pasa es que en una feria confluyen muchas cuestiones de carácter político, económico y artístico, por lo que en algunos aspectos fue una experiencia compleja. Queríamos hacer algo que se distanciara del ámbito del mercado propio de una feria, así que la idea que propuse fue apoyar un género poco visible en ese contexto, por lo que tiene de efímero, como es el de la performance. Algunos de los proyectos quisieron incluso poner en cuestión lo que es una feria de arte. En concreto, el de Carmen Carmona, de MOVALATEX, situó su punto de mira el conflicto que había en ARCO entre los propietarios de la feria, la Comunidad de Madrid y los organizadores, los propios galeristas. Era un proyecto, que se cuestionaba las relaciones entre el artista y el mercado. La oportunidad que ofrece ARCO de estar con un público masivo es muy importante, especialmente si puedes introducir algunas cuñas que cuestionen lo que allí se produce. Ésa era un poco la intención, aparte de darle visibilidad al trabajo de las mujeres. Las políticas de refuerzo y apoyo a la presencia de la mujer en el mundo del arte siguen siendo necesarias y el proyecto tenía esa doble intención.

El proyecto de Dora García cuestionaba el papel del público…

Efectivamente, queríamos trabajar con diferentes generaciones de artistas y diferentes modos de entender la acción performativa. En el caso de Dora García me interesaba el carácter más conceptual de sus performances en las que cuestiona el papel del espectador ante la obra de arte y el papel incluso del propio coleccionista.

Yo estoy contenta con el proyecto.

En agosto de 2005 usted respondió en una entrevista con Ángela Molina que la decisión de crear un museo o un centro de arte era siempre política. Añadía además que dicha creación debería responder a una política cultural determinada, al posicionamiento de una sociedad frente a la práctica artística o en relación con temas que tienen que ver con cómo escribimos la historia. Lo que en realidad deberíamos preguntarnos es si estamos ante una buena o una mala política, ante una política de alto alcance o estrecha de miras.”

En el contexto de su comentario, ¿cuál es su opinión acerca de la política cultural que están llevando a cabo la Diputación de Granada y otras instituciones públicas y privadas en el caso del Centro Guerrero?

El problema que existe ahora con muchos Centros de Arte es que se ponen en marcha por una institución o por un determinado político, y cuando se produce el relevo suele ocurrir que el nuevo responsable que llega al poder considera que ése no es “su proyecto” y lo descarta. Yo creo que hay una falta de sentido y de responsabilidad institucional porque un museo o cualquier infraestructura cultural ha de mantenerse a largo plazo y no puede ser presa de los vaivenes de la política.

Con la Diputación de Granada ha sucedido esto: una serie de personas absolutamente implicadas con el mundo de la cultura permitieron hace diez año que el Centro Guerrero naciera. Pero después, ¿qué pasa si llegan otros señores que dicen que la cultura es un servicio impropio de su institución y deciden no apoyarlo? Pues, que es muy difícil mantener y construir algo. Éste es el gran problema de la cultura en España: se crean proyectos que no se concluyen o no continúan por desacuerdos políticos. Hay que establecer estructuras que permitan un funcionamiento a largo plazo, especialmente para los museos.

La plataforma Por el Centro Guerrero ha sido cabeza visible de las protestas y reivindicaciones de los ciudadanos para mantener la obra del pintor en su tierra. Es esperanzador ver que aún hay movilizaciones sociales que luchan por lo que creen y consiguen además sus propósitos. ¿Cuál es la responsabilidad de la sociedad ante unas políticas culturales inapropiadas?

Lo que ha pasado con el Centro Guerrero es algo histórico. El rodillo político es casi siempre implacable y el Centro Guerrero desde hace un año y medio estaba sentenciado a muerte. Así que ésta ha sido una de mis mayores satisfacciones con el Centro; ver cómo de repente hay un montón de gente, tanto a nivel local como nacional, que ha hecho suyo el Centro y lucha por su permanencia. Cuando estás dirigiendo un museo o desarrollando actividades hay un feedback con el público, pero no sabes hasta qué punto hay una vinculación importante con la ciudad. El hecho de que la plataforma haya conseguido mediante acciones de todo tipo la continuidad del Centro, es impresionante. Esto enlaza un poco con tu primera pregunta: hay gente que ve ese espacio cultural como una necesidad de desarrollo personal y vital. Es muy estimulante que finalmente hayan conseguido reconducir la situación. La sociedad tiene que decir qué es lo que quiere y movilizarse.

Hábleme de lo más positivo que ha sacado en esta década dirigiendo el Centro.

Bueno, muchas cosas. Quizás lo más importante ha sido contribuir a crear ese tejido social alrededor de una propuesta cultural y que el centro sea algo más que un lugar sólo para el entretenimiento. El arte puede ser un instrumento de cambio y de mejora personal y espero que el Centro Guerrero haya contribuido a eso. Hemos intentado también promover a artistas jóvenes, ser un espacio para le educación, intentar ser un peldaño más para la carrera de muchos artistas, mediante becas, seminarios, exposiciones, etc. y en esto hemos obtenido también resultados muy satisfactorios.

En relación con lo que me cuenta, también le quería preguntar sobre la política expositiva, ya que el Centro se puede sentir orgulloso de haber puesto a Granada en contacto con la realidad artística actual, gracias a una programación interdisciplinar y de calidad, abierta además al diálogo con el público y con otros centros como el MARCO, Arteleku o el MNCARS.

Por una parte hemos tenido en cuenta que el museo era un museo monográfico, dedicado a la figura de José Guerrero, pero no sólo a eso. Hemos huido de convertir el centro en un mausoleo y nos hemos abierto a otras propuestas de actualidad. Además y en relación con Guerrero hemos querido seguir investigando en su trayectoria, poniéndolo en relación con otros artistas (de Kooning, Sean Scully, Miguel Ángel Campano) e investigando aspectos poco conocidos de su trabajo que permitieran ver al artista desde nuevas perspectivas.

Por otro lado, la programación del centro ha querido estar al margen de las modas, por ejemplo, la exposición de Isidoro Valcárcel Medina (que se produjo con la Sala Verónicas de Murcia y la Fundación Tápies) quería descubrir una trayectoria de un artista poco conocido, poco difundido, y que ha sido decisiva. El catalogo que se editó ha sido el más riguroso y el primero que se hizo y es hoy una obra de referencia. En este mismo sentido de apuesta por descubrir a ciertos artistas poco valorados por la historia oficial del arte produjimos la exposición de David Lamelas, muy poco conocido en España y que fue uno de los primeros artistas que introdujo el cine en el museo. También ha habido exposiciones que han recuperado a artistas de la propia ciudad, por ejemplo, Val del Omar. Es decir, que hemos tenido siempre un cierto interés por ese tipo de artistas que han trabajado en los límites de los circuitos mas oficiales.

Otra seña de identidad ha sido desarrollar proyectos con otras instituciones, algo vital para un centro pequeño. En un primer momento, nos asociamos con el MARCO de Vigo y con Artium de Vitoria, y creamos REM (Red de Espacios Museísticos). Sin esta red de trabajo, exposiciones muy ambiciosas como Melodrama no podrían haberse realizado. En 2002 los museos y centros de arte españoles apenas coproducían proyectos entre ellos. De hecho, REM puso de manifiesto la necesidad de estrechar lazos entre este tipo de instituciones y fue, en cierta medida, el origen de ADACE (Asociación de Directores de Arte Contemporáneo de España), una asociación que ha contribuido a vertebrar el sector del arte en España y que ha contribuido a conseguir muchos objetivos antes impensables. También nos hemos abierto a la colaboración no solo con museos sino con otras instituciones culturales: la universidad, centros de producción, asociaciones, etc,..

Ya para terminar. ¿Qué consejo o recomendación le daría a un/a estudiante de máster de arte contemporáneo y cultura visual?

Le recomendaría que viera mucho, que visitara muchas y buenas exposiciones. Además, es muy importante formarse no sólo en historia del arte, sino otras disciplinas, porque a fin de cuentas el arte contemporáneo es eso, cuestionarnos el mundo en el que vivimos.

Lidia Mateo Leivas

sábado, 15 de enero de 2011

“Soy... un texto borroso”


Entrevista con el artista Manuel Antonio Domínguez (1976, Huelva), cuya obra se va a exhibir en JUSTMAD 2011, feria de arte emergente. Entre las diversas exposiciones individuales del artista las más significativas son "El Hombre sin Cabeza" en la Sala Espacio Invisible 2007 (Sevilla) y "Del mismo modo, en sentido contrario" en la galería Ángeles Baños 2010 (Badajoz).

¿Dónde acaba Manuel Antonio Domínguez y dónde empieza el Hombre sin Cabeza?

Para una persona “mentirosa” como yo, los papeles se amalgaman y termino siendo un poco de todo, me distribuyo lo que más me interesa de cada parte, la normalidad aparente y racional que puede aportar un perfil como el de Manuel Ant., o la visibilidad y cobertura que ofrece el HSC para actuar sin problema alguno. Supongo que conviene saber los rasgos de cada cosa y a partir de aquí utilizarlos dependiendo de la situación. Me hubiese gustado ser una persona que aplica más el verbo “elegir” que “utilizar”, pero realmente hasta hace poco no me he sentido con valor para intentar definirme y creo que aún me cuesta acotarme.

Tus obras siempre apuestan por la pluralidad...

A pesar de la irregularidad que podría esperarse de un hombre acéfalo, el HSC ha sido el que me ha permitido, paródicamente, posicionarme y cuestionarme en muchas variantes, prohibiciones y vergüenzas. Muchas veces he pensado que no llego a tener unas cualidades propias y esto que comento está rozando lo trascendental, pero me resulta muy difícil encontrarme cara a cara con todo lo que supone el estereotipo.

¿El hombre acéfalo es tu "máscara", tu "disfraz"?

Después de oír esta pregunta, me viene a la cabeza (no sé si es por haber visto la película o por el uso indebido que estoy haciendo del Facebook) todo un mundo dentro de la red social que hacemos las personas acéfalas.

¿El posmoderno homo optionis?

Sí, lo que dices, la posibilidad de adoptar y optar por la mejor opción cuando uno quiere, es algo muy preciado. Me pregunto qué es más satisfactorio, si tener varias opciones o pocas. En todo caso, HSC se ha convertido en una herramienta-puente.

Principalmente en tu producción artística, HSC atraviesa los antiguos mapas del mundo que dejó de existir. Su traje parece más bien un corsé. Su cuerpo es más bien la prisión de la que no se puede huir. Estás parafraseando a Simone de Beauvoir diciendo "no se nace hombre, se llega serlo", ¿hacia dónde quiere llegar HSC?

Me resulta difícil decidir dónde quiero llegar. No sé cuándo parar y hasta dónde se puede llegar, el caso es que quedo extenuado cuando paro. La aptitud que se logra al llevar un corsé, es la de saber que aunque te duela funciona y tristemente es una insana convicción. El desdoblamiento de lo que se ve y lo que se siente casi genera ella sola una prisión. En mi caso la supuración y el hilo conductor me va liberando de ella.

El collage es la técnica artística que te acompaña desde siempre...

La utilización del collage ha supuesto desde siempre la posibilidad de crear composiciones a partir de una recopilación de imágenes sueltas de mi deseo y que han sido acumuladas durante una larga disputa con lo social. Muchas veces ha resultado ser un gran esfuerzo completarlos con un mensaje cuyos fragmentos han salido de mi fondo de armario o mi biblioteca de estudiante. Libros de texto que he diseccionado en busca de mi propia visión acerca de las sanciones sociales, de la educación dada y de la pulsión erótica. Muchas veces pienso que la utilización de fragmentos de ciertos libros me sirven no sólo como elementos plásticos, sino también como elementos donde quedará reflejada la utilización de una máscara obsoleta y desde la que se podrá asumir lo distorsionado de ciertas realidades.

HSC nos habla usando símbolos, de doble significado...

En muchos casos me resulta difícil exteriorizar en las piezas pictóricas el uso que hago de ciertos símbolos. Mi argumentación a través de imágenes de irreverentes hombres acéfalos enchaquetados, estructuras arquitectónicas endebles o del uso del color rosa en el cuerpo masculino, es para plantear lo necesario de propiciar una desestabilización de las categorías y llegar a la identidad cambiante.

A partir de 2008 el tamaño de tus trabajos cambia. HSC aparece en un territorio blanco. Las narraciones que desarrollas dentro de tus obras son más complejas y más ácidas. ¿La rabia es inspiradora?

Juan Vicente Aliaga y toda una temática de género desconocida hicieron un levantamiento muy revelador de lo que era y lo que soy... un texto borroso. La peculiaridad de encontrarme con el territorio blanco casi vino como resultado del inicio de una faceta de mi vida en la que se comenzaba a saber de mis gustos y disgustos. Los imaginarios salieron, la crítica era inminente y el discurso demasiado extenso para resumirlo en la definición “de género”. Fue y es algo muy terapéutico.

Pero en tus trabajos de los últimos dos años depuras tu lenguaje artístico. ¿De dónde viene este cambio?

De verme construido por personas e ideales que eran y son concebidos como lo normal. El enfrentamiento entre la naturaleza y la cultura me llevó directamente a la familia, y con aires de valentía abordé ciertos temas directamente… bueno, aunque fuesen en forma de piña.

¿Piña como armadura de muchas capas?

A diferencia de otros rasgos minoritarios que han sido germen de discriminación, como ciertas características físicas, la homosexualidad, en muchos casos, puede ser ocultada o disimulada socialmente. De este hecho se deriva que otorgue tanta importancia a las distintas maneras de visibilizar ese estado de ostracismo. El símbolo de la piña me proporciona la posibilidad de ofrecer un discurso donde lo impenetrable de la personalidad se haga patente.

¿HSC es la víctima del mundo que obedece al orden fálico?

El HSC, en ese aspecto de víctima, ha ido cambiando. De ser victima al ofrecerse a través de la ausencia de cabeza, sin identidad y con deseos de ser respetado enfundándose en ese traje, pasó a decidir por sí mismo que si no tenía cabeza era porque él no quería. El cuerpo comenzaba a desvelar el sujeto, y al menos ahora soy consciente de que soy una víctima.

En tu última exposición individual titulada “Del mismo modo, en el sentido contrario”, celebrada en la galería Ángeles Baños (Badajoz) vuelves a hablar sólo de la identidad masculina, o mejor dicho, de los modos de adiestramiento de la identidad masculina dentro de la cultura heterocéntrica. En las postales antiguas, igual que en tus trabajos anteriores (Acuarelas sobre mapas, El irreverente Príncipe Rosa, Monstruos) haces una intervención pictórica del color rosa recontextualizando los modos de sus lecturas.

Si es cierto que el adiestramiento tiene una parte importante que consiste en la repetición de un mismo acto, en ese sentido al retomar o revisionar aspectos que podrían estar en imágenes o registros del pasado desde una posible nueva perspectiva de color rosa, podríamos estar hablando de un adiestramiento de cierta identidad masculina. Es un modo de desestabilizar el sistema falocéntrico desde los pilares en blanco y negro.

En breve vas a presentar tus obras de nuevo en JUStMAD ¿qué vas a presentar?

Presento el proyecto “Yo creo que soy una bellísima persona”, continuando con el eje temático de la masculinidad como algo construido. Ironizando entre reconstrucciones, acumulaciones, cuerpos por definir y análisis sobre algunas masculinidades, el trabajo desarrollado profundiza en la fijación obsesiva de la construcción del cuerpo masculino desde la metáfora de una casa que construir para ser relacionado con otras realidades. Desde que una masculinidad insegura se siente amenazada, ésta responde con la búsqueda de estereotipos que le alejen de toda sospecha de una blanda masculinidad. El trabajo que voy a presentar profundiza en la investigación de este proceso, en el que la inseguridad replantea un cambio físico del hombre hacia cualquier ubicación en la que su hombría no sea relacionada con la de una aparente masculinidad blanda. La identidad personal resulta difícil de establecer en muchos casos en los que no es aceptada una parte importante de ella, concretamente su sexualidad. En este caso, la sensación de estar constantemente haciendo una construcción para cada posible relación no deseada acaba terminando con una inseguridad cubierta por músculos, hábitos sin credibilidad y fachadas de nosotros mismos difícilmente sostenibles para ser montadas en cualquier otra parte. Para retratar este fin me valgo de un universo simbólico donde las estructuras de hilos ofrecen un aspecto orgánico del problema, el color rosa nos habla de una estereotipada tendencia sexual y donde los fluidos advierten un nivel de contención difícil de mantener.



Entrevista a Rosella Matamoros

Rosella Matamoros nació en1960. Ha obtenido dos veces el premio nacional Aquileo J. Echeverría. Recibió el primer lugar en pintura en la 1ª Bienal Internacional de arte contemporáneo en Chapingo, México y le han sido otorgadas varias becas, entre ellas la del gobierno francés para estudiar dibujo y grabado en la Escuela de Bellas artes de París, la Fullbright para realizar la Maestría en Artes plásticas en la George Washington University, la beca de la fundación Japón para estudiar en Kyoto y tuvo la oportunidad de estudiar foto grabado en el Estudio Luis Camnitzer de Italia.

Rosella no solamente dibuja y pinta. Realiza instalaciones, escenografía, dramaturgia, diseña el vestuario para sus obras, produce performances y video. Ha evolucionado desde el dibujo figurativo de visión trágica, influenciada por Goya, hasta la abstracción en una búsqueda más cercana al expresionismo americano del Action painting. Cada vez más, desplaza su preocupación al cuerpo humano, ya sea desde los dibujos gestuales, hasta la creación de libros-arte que requieren del espectador el uso de todo su cuerpo para acercarse a su obra o la actividad performática en la que apuesta por el trabajo interdisciplinario. Trabaja con actores, bailarines y músicos.

“Yo no estoy de moda”…

Con esta frase inicia la entrevista Rosella Matamoros.

Qué querés decir con eso?

Yo no comulgo con lo que está de moda en el arte, siempre he seguido mis propias intuiciones y me he ido construyendo mi propio camino. El arte Latinoamericano sigue la tendencia de la denuncia política, los artistas lo están haciendo de una manera muy obvia y yo le huyo a lo obvio. Finalmente, ser artista es una política de vida. Esto me ha valido el tener que abrirme camino de una manera muy solitaria desarrollando mis propias estrategias, porque he encontrado poco apoyo por parte de las personas que promueven el arte en Costa Rica. Alguien decía que los artistas latinos se sostienen emocionalmente en el arte político desde el momento histórico en que apareció el Museo del barrio, y continúan haciéndolo. No es mi afán criticarlo, pero sí considero que en Centroamérica falta mostrar la parte de investigación, hay mucho de panfleto. Se da también la práctica de producir algo que gusta a la gente y se sigue pintando lo mismo para vender. Hace falta ética y es necesario cuestionar para oxigenar el arte en la región.

Sin embargo, vos has incursionado en el tema de la violencia, concretamente, en la violencia del abuso sexual, has trabajado con menores infractores directamente, por ejemplo, y estos son temas de violencia política. El abuso sexual evidencia que lo íntimo es político, que las relaciones de intimidad no son ajenas a las relaciones sociales de poder que existen a nivel público y en el caso de los menores infractores, es un hecho que en nuestros países esto tiene una relación directa con las diferencias de clase social y el estallido que generan. También has trabajado procurando una ex –centricidad, llevando tu obra fuera de la capital. Y eso es tener una posición política.

Sí, es cierto. Tal vez lo que yo veo es que Costa Rica es un país particular por la paz social que ha conservado a pesar de formar parte de una región siempre en conflicto. No tenemos los problemas de México en la frontera o de Guatemala y El Salvador con las maras. No tuvimos las guerrillas ni los ejércitos de los 70s-80s. Yo tengo entonces la posibilidad de usar la energía en la investigación de esas otras formas de violencia. Ahora estoy interesada en trabajar la vivencia del cáncer por parte de las mujeres porque creo que las mujeres son muy exigidas a tener que enfrentar la enfermedad sin apoyo de nadie . Yo creo que hay una realidad que es muy nuestra y que lo ideal sería que a través de la investigación de otras formas, Centroamérica se vea de otra manera, no siempre teniendo que seguir con los cánones europeos, también considero que nadie puede imponer cómo o qué debe ser tu arte y tu trabajo y hemos tenido bastante de eso aquí. En mi caso, mi interés es el desarrollo humano y también su relación con el cosmos. Es una labor en silencio.

Decís que has ido desarrollando tu trabajo muy solitariamente. Cómo podrías definir tu abordaje de la práctica artística?

Creo que hay cuatro pilares en los que me sostengo: la estructura, el movimiento, la intuición y la investigación. Como parte de mi actividad investigativa, he incursionado en lenguajes diversos, la música clásica , la danza, el teatro. La Psicología, por otra parte, me ha abierto el camino para el trabajo sobre el trauma y la recuperación o la cura, especialmente a partir de la cercanía que he tenido con el tema del abuso sexual. Opto por el trabajo interdisciplinario que me abra posibilidades de comprensión del ser humano y de expresión.

En ese sentido, me llama mucho la atención ese gesto ritual que aparece en tu obra. Hay un fundamento muy primitivo, muy básico. Me da la sensación de que hay un intento de amarrar algo que tiene que ver con el signo. Clarísimo en la instalación “Veredas, encuentros,…ritos” y en la instalación de esculturas y dibujos que llamaste “Signosobremimadre”. De hecho, en la psicosis encontramos la preeminencia del signo como herramienta primaria incluso para poder ordenar el mundo. ¿Esa vuelta al signo, tiene que ver con ese intento de recuperación del trauma, de lograr armar una estructura básica que se ha explotado por ejemplo, en el trauma incestuoso?

Definitivamente. Pienso que los temas de vida y muerte, de lo ritual y lo performativo, esa esencia de lo primitivo, permiten la sobrevivencia. Por eso me interesa también ahora estudiar física cuántica. Yo busco una respuesta existencial. Creo que todos la buscamos. Nos preguntamos quiénes somos nosotros en el cosmos, cómo sobrevivimos.

Como yo he tenido de cerca el tema del abuso sexual, he visto cómo la esperanza se desgarra, cómo la persona abusada pierde de vista totalmente quién es ella y quién el otro. Los límites se vuelven difusos y hay una confusión hasta de identidades. Por eso es importante la estructura y la reconstrucción de la estructura, que es lo que yo llamo recuperación. Una estructura muy clara es la de la música clásica y por eso me gusta mucho y la incorporo a mi obra. La reconstrucción tiene que ver con la luz que siempre busco, por eso trabajo con dicotomías, porque busco la luz pero también soy muy conciente de la oscuridad y de la violencia de la que somos capaces los seres humanos, yo veo cosas que son invisibles para otras personas. Yo no creo en reiterar la violencia, sino en dejarla atrás, quiero estar del lado de la mujer que sale adelante. No me gustan las posiciones o las exposiciones donde las mujeres son víctimas o se las plantea como sufridas. Reconozco el sufrimiento de las mujeres, pero yo aprendí con ellas lo que yo no quiero ser y tampoco quiero ser como algunas mujeres que abusan de otras mujeres. Creo que las feministas más recalcitrantes victimizan mucho a las mujeres y no las dejan salir de ese lugar.

En Japón investigué sobre las artes escénicas y el grabado tradicional. En ese tiempo me atrajo la sociología del espacio y las relaciones humanas. El teatro de muñecos de Kyoto y los primitivos ejercicios preparatorios para las artes escénicas japonesas, me hicieron deslizarme del trabajo de la línea que daba la forma a la línea como forma. A partir de aquí, la línea y la forma se volvieron personajes. En mi investigación sobre la vida en Japón, me topé con el abuso sexual y le planteé a una curadora el hacer un trabajo sobre el tema. Hice una instalación. Construimos los marcos. Era el proceso del abuso en que te partís en pedazos detrás de un velo, después entrás en un laberinto, en un estado de confusión después del trauma. Poco a poco retorna la luz. Unos bailarines realizaron una danza porque creo que el recuperarte es una decisión. Levantabas el plástico. El problema con el abuso es que la identidad es una incógnita entre el yo y el otro.. Pero yo quería apostar por una recuperación. En el Japan Times salió un artículo sobre esa instalación. Fue un escándalo porque en Japón no les gusta que lo íntimo salga a lo público.

El tema de lo femenino es muy interesante, por lo que se dice de lo femenino, lo positivo y lo negativo, la luz y la sombra.

Toda mi experiencia, lo traumático, me ha conducido al camino de la creatividad, donde he encontrado una salida, de otra manera, yo hubiera sido una mujer convencional. Por eso, me siento satisfecha.

Entrevistó: Priscilla Echeverría Alvarado.

viernes, 14 de enero de 2011

ENTREVISTA CON GREGORIO ZANON

Gregorio Zanon (Ginebra, 1980) es compositor de música clásica. Desde el 28 de noviembre de 2010 hasta el 16 de enero de 2011 acude cada día a La Casa Encendida, donde lleva realiza una performance musical interactiva cada media hora dentro de la exposición “On&On”.

¿Cómo surgió la posibilidad de exponer en On&On?

Conozco al comisario y me contó que estaba preparando la exposición. Le dije que sería interesante incluir música porque, entre todas las artes, es la más efímera. No estaba pensando en hacer algo yo, pero hablamos, me pidió ideas, le dije lo que pensaba sobre el tema y me pidió que le propusiera algo.

¿Y cómo fue el proceso de creación de la pieza?

La primera idea partió de la pregunta de cómo podría hacerse una escultura en música. Lo que me parece interesante de una escultura es que podemos escoger el punto de vista, no lo vemos todo al mismo tiempo, hay que decidir si colocarse delante, detrás… Así que me dije: ¿cómo puedo hacer esto en música? Se convierte en música interactiva, que debe cambiar según la intervención del espectador. Ése fue el punto de partida: ¿qué pasa en una escultura musical? Enseguida pensé en una clase especial de acordes que utilizo en mis composiciones, que permiten motivos complejos a partir de partes muy sencillas. Me decía “si tengo tres acordes así y cambio sólo dos, el público me va a pedir que cambie el otro, y tengo el equivalente a una escultura de tres caras de la que sólo podemos ver dos al mismo tiempo”. Pero entonces pensé que para eso había dos opciones. O bien es un ordenador lo que lo hace, o bien lo hago con un intérprete. Y de ahí, de repente, salieron toda una serie de preguntas nuevas, porque cuando alguien aprieta un botón, lo que está haciendo es simplemente dar una orden, pero con un intérprete existe cierta tensión. Eso me empezó a interesar, porque hay mucha música interactiva con ordenador, ¿pero qué pasaría si lo hiciera con un hombre y qué ocurriría con la restricción de su libertad?

Tu obra se llama “Exercising Limited Freedom”. ¿Qué quiere decir eso para ti?

Uno de los objetivos de esta pieza era preguntarme a mí mismo si incluso en un caso extremadamente limitado podía encontrar la libertad. “Freedom” responde a la libertad del pianista, y “limited” a que debe obedecer las órdenes del público. También hace alusión a la libertad del público, que está limitado porque sólo tienen opción a diez interacciones.

¿Y la casualidad? ¿Cuál es la relación entre la casualidad y la libertad?

No tengo respuesta. Es exactamente lo que busco. Cualquiera que leyera el texto podría hacer la performance. La casualidad es absoluta. Si me pregunto si, pese a ella, puede haber libertad, mi respuesta es sí. Es como… el cuerpo es un sustrato que puede ser causal en el que el inconsciente es un epifenómeno que se convierte en no-causal. Tiene que ver con la teoría de la emergencia en matemáticas, como Wolfram. Hay algunos sistemas matemáticos que se convierten en “no computables”. Eso quiere decir que no podemos llegar a una fórmula que prediga el futuro del sistema. Incluso con reglas extremadamente simples es un sistema donde hay que ver cada estado para llegar por ejemplo al “estado” 100.000. Es un poco como mi sistema: es muy simple, y después implica una complejidad muy grande.

¿Y cómo valoras la intervención del público? ¿Cómo reaccionan, cómo se comportan ante ti?

Hay de todo. Lo que es interesante es que habrá quien intervenga sin comprender nada y otros que lo entiendan. Trato igual la intervención que viene de la ignorancia y la que viene de la comprensión, pero son diferentes. Si sólo hay intervenciones de personas que no lo comprenden, la interpretación será muy corta y yo seré como un ordenador; si sólo hay gente que entiende, será muy larga y seré mucho más un músico.

Aunque lleve poco más de una semana, en relación a las expectativas que tenías, ¿crees que ha sido un éxito?

No me interesa saber si es un éxito o no. Me interesa ver de qué me sirve.

¿Pero qué podría ser un fracaso?
¿Sabes? Lo que es curioso es que en la pieza rompo con las tareas del músico que debe contentar al público. A veces salen composiciones complicadas, virtuosas, a veces melancólicas, con más sentimiento y no obtengo una respuesta equivalente. Y a veces salen cosas muy simples y la gente aplaude, se muestra muy entusiasta. Eso no depende de mí. No pienso en eso, no tengo el control. A veces incluso toco y a la gente le da igual. Estoy tocando y alguien pasa, para, mira un poco, y se va. Hay gente que llega a mitad, y estoy en un estado, interviene sin entender nada porque no ha llegado al principio, y me mete en otro estado. Cada situación es, de todas formas, rica.

¿Y como músico, qué te ha aportado el museo?

Mucho. En primer lugar la exploración sistemática de este tipo de acordes particular, porque voy a pasar dos meses haciendo música con eso, así que aprendo mucho sobre cómo utilizar estos acordes en mi música. En segundo lugar, algo muy interesante también para mí es que, visto que ya no tengo el control sobre las situación de las notas, la única cosa que yo controlo es la cantidad de energía y qué nota es acentuada o no. A pesar de los otros parámetros, me doy cuenta de que, por ejemplo, puedo aburrir al público según la energía que ponga. Intento crear un vínculo con el público escuchando sus esperas, y de ellas dependen la fuerza y las acentuaciones.

Claro, y normalmente como músico no tienes eso.

Claro, no lo tienes. Con esto hay una relación muy directa, como músico nunca la tienes.

Pero eso pasa también con el arte. La relación suele ser muy “higiénica”. El público tampoco tiene muchas ocasiones de participar con el artista, así que creo que les aportas lo mismo a ellos como público que ellos a ti como músico.

¡Eso espero! Espero que poder interactuar les divierta.

Claro, porque nunca, o casi nunca, tienes la posibilidad de “participar” en la obra de arte.

Sí, está esa cuestión, pero también la cuestión de hacerles responsables de la obra. A veces el público es totalmente ignorante pero tienen ganas e interés, y en mi obra lo más divertido es que eso se siente. Si no entienden en qué consiste y no leen el texto que acompaña la obra, no funciona igual, no tiene el mismo sentido.

¿Y tus próximos proyectos?

No tienen que ver con el museo, son composiciones. Uno tiene un carácter social, debo unir a raperos con música clásica y hacer un espectáculo de una hora con diferentes participantes con diferentes estilos. Después, tengo un encargo para un festival, y para mí es genial: me dan diez músicos y hago lo que quiero. Y por último, estoy componiendo para un espectáculo sobre el exilio. Hay varios compositores que participan; yo tengo que hacer uno de los momentos.

En la época de las vanguardias, aunque también antes, y hasta más allá de la mitad del siglo, la música estaba muy unida a las artes plásticas en diferentes sentidos. Tengo la impresión de que esto ya no es así. ¿Cómo ves tú esa relación?

Bueno, las artes se han divorciado. Creo que no pasa sólo con la música, creo que pasa en general. En mi opinión, en la actualidad cada artista tiene como objetivo desarrollar su individualidad, y eso no favorece las colaboraciones que podrían crearse uniendo las artes. Además, todo permanece muy local. En música es particularmente evidente: los compositores ingleses tocan en Inglaterra, los estadounidenses en los Estados Unidos, los franceses en Francia. Eso habría sido impensable en 1915.

Y es curioso que así sea, ¿no? Precisamente ahora donde todo está al alcance.

Sí, con la globalización debería ser lo contrario. No ha favorecido las relaciones artísticas entre los países, al menos para la música contemporánea. Como el apoyo sale de las instituciones, favorecen a sus artistas. Muchas becas, premios, etc. pueden entregarse sólo a artistas del país.

Volviendo a tu pieza en On&On, ¿por qué crees que puede funcionar en un museo?

No tengo ni idea. Yo he venido porque me propusieron algo que nunca había hecho. Es una situación de la que yo puedo aprender, no me he preguntado si funciona. Además, no soy yo quien debe decirlo. Pero entonces, si me dices que ha funcionado, la pregunta sería por qué.

Yo creo que, entre otras cosas, el texto que acompaña le da una dimensión diferente, lo convierte en una pieza conceptual.

Hay tres aspectos para hablar de si funciona: la obra sola, la obra en esta exposición, y la obra para el público. Mucha gente que me ha dicho que es demasiado diferente del resto de las obras de la exposición, no saben qué hace aquí. Y si hablamos del museo, sí, funciona porque hay una idea detrás, porque no es una pieza musical. Conceptualmente la música no tiene ninguna importancia. Sin embargo, para que funcione con el público, es exactamente lo contrario: para que se interesen es la música la que ha de estar viva y en ese sentido a veces funciona y a veces no, y eso depende de mí. Creo que si funciona es porque he trabajado durante meses, no hay más secreto.

Mi última pregunta es algo así como un juego. Me gustaría que respondieras a la pregunta que te gustaría que te hicieran.

¿La pregunta y la respuesta? Es mucho, ¿eh? ¡Es incluso indecente! Difícil… Sería si la obra tiene un efecto sobre mí.

¿Y?

Sí. Tiene un efecto muy profundo e inesperado. Precisamente en el aspecto espiritual, que no me esperaba para nada. Lo he hecho para eso, para explorar los límites de mi libertad y de la casualidad. Cuando encontré la respuesta me sorprendí.

Entonces ha funcionado.

Sí.


INÉS PLASENCIA CAMPS



Entrevista con Miguel Ángel Hernández Navarro ( Murcia, 1977) ex director del Cendeac, crítico de arte y profesor en la Universidad de Murcia.


Para empezar me gustaría que nos hablases de tus comienzos. ¿ Siempre quisiste dedicarte al mundo del arte?


Hice Historia del Arte. Luego después, los cursos de doctorado en Antropología, mientras fui becario en la universidad. Y luego hice el doctorado en Historia del Arte. El mundo del arte me atrajo desde un principio. Justo después de terminar la carrera, comencé como crítico de arte en periódicos locales, y como gestor organizando algunos cursos en la fundación Cajamurcia.

Fue después de eso, en 2002, cuando redacté, junto a Pedro A. Cruz, el proyecto de un centro de documentación e investigación de arte, que ofrecimos conjuntamente a la Fundación Cajamurcia y la Comunidad Autónoma. Después de dos años de gestión, el proyecto cuajó y surgió embrionariamente el Cendeac, que enseguida comenzó a formar parte del organigrama de la Consejería de Cultura. Las dos personas que habíamos creado el proyecto fuimos nombrados directores del centro.


Durante los años en los que fuiste subdirector y director del Cendeac, trajisteis a los intelectuales y artistas más punteros, imagino que debió ser una experiencia más que enriquecedora, ¿ cumplió tus expectativas?, ¿ no lo echas de menos?


El Cendeac fue un sueño hecho realidad. Un proyecto relativamente asequible económicamente para una comunidad pequeña (desde luego, mucho más que cualquier exposición grande) y con grandes beneficios a largo plazo (educativos y de difusión del conocimiento sobre el arte). Durante los seis años en los que estuve allí pasaron un gran número de primeras voces del arte y la teoría crítica internacional. Hubo grandísimos seminarios, inolvidables, como el de Hal Foster, el de Alfredo Jaar, James Clifford o el Michael Fried. Otros para olvidar, protagonizados por grandes figuras, que no acabaron de dar la talla. El ejemplo de Spivak es paradigmático.

Por supuesto, hay cosas que echo de menos, especialmente las publicaciones, que es donde más intensamente trabajé. Aun están saliendo los libros programados durante el tiempo en el que fui director. Entre las cosas de las que estoy más orgulloso es haber podido publicar a Jonathan Crary, Mieke Bal o Mario Perniola, así como a una generación de críticos españoles, como Castro, Brea, Martínez Collado, o David Pérez.


Ahora el Cendeac tiene un nuevo director pero todavía no hay una programación para el 2011, ¿crees que seguirá teniendo futuro?


Espero que lo siga teniendo. Este año no hay presupuesto para programar actividades de gran entidad. Pero se están haciendo pequeñas acciones a nivel doméstico que sí tienen relevancia, como los cursos de introducción al arte contemporáneo, que fueron fundamentales durante los años precedentes. También se siguen sacando los libros programados anteriormente, a un ritmo realmente sorprendente. Peter Osborne, Georges Didi-Huberman, o los libros que están al salir de Pamela Lee, Massimo Recalcati y algunos más, son grandes obras aún no traducidas. Y, por supuesto, lo que sí parece que se está haciendo es un trabajo de consolidación del espacio de la biblioteca, que me parece central.


A pesar de tu juventud, has podido disfrutar de una estancia de investigación en el Clark Art Institute, en Williamstown, una oportunidad al alcance de muy pocos. ¿Nos podrías hablar sobre esta institución?, ¿ qué tenías que hacer allí exactamente?, ¿ notaste un cambio con respecto al sistema académico español?


El Clark Art Institute es una institución privada norteamericana que tiene una de las colecciones de arte moderno más interesantes de Norteamérica. Y junto al museo ha surgido este instituto de investigación que otorga becas a investigadores internacionales para ampliar y compartir durante un semestre sus investigaciones. Para mí ha sido un honor y una oportunidad ser becario en el mismo lugar que W.J.T. Mitchell, Hans Belting o Thomas Crow. Lo que tenía que hacer allí era investigar sobre mi proyecto, por el que me dieron la beca, (titulado Tecnologías de segunda mano, sobre el uso de la obsolescencia en el arte contemporáneo) y pronunciar algunas conferencias sobre la cuestión ante la comunidad académica del Clark y del Williams College, la universidad que hay en Williamstown. Por supuesto, las diferencias respecto al sistema español son abismales. La interdisciplinariedad es algo que existe realmente y no sólo como intención. Y los medios a disposición están a años luz de los que tenemos aquí. Es el lugar soñado para investigar.


Durante la gestación de Manifesta 8 y el trabajo de acondicionamiento en Murcia como sede, llegaste a coordinar la bienal durante un corto período de tiempo, ¿ qué te llevó a dejarlo?


Mi trabajo estuvo relacionado con los inicios, mientras se buscaba el staff. Estuve presente y tomé parte activa en la elección del equipo curatorial junto a los demás miembros del board de Manifesta, y también colaboré en la elección de las sedes y las ideas generales de la bienal sobre las implicaciones que tendría que tener el tema, el diálogo con el Norte de África. Luego, precisamente por la beca del Clark, vi que no iba a poder estar presente, y tuve que elegir. Estoy muy contento con la decisión. Creo que estoy más a gusto en el ámbito de la investigación que en el de la gestión.


Siguiendo con Manifesta 8: una bienal bastante polémica y criticada por parte de la sociedad murciana. ¿Crees que ha sido una crítica fundamentada?, ¿ qué trabajos destacarías ?


En la crítica de la sociedad murciana hay de todo, pero especialmente una crítica visceral que no se ha preocupado ni de verla. Hay un sector que critica cualquier inversión en cultura contemporánea y en arte contemporáneo porque les parece excesivo. Quizá Manifesta no es lo que necesitaba Murcia en ese momento. Y no ha sido la inversión más rentable de todas. Pero me parece que, como profesional del arte, se nos ha presentado una oportunidad inigualable de ver una bienal en casa, de observar cómo funciona, y después, de poder criticar con fundamento. Creo que en muy pocos casos las críticas que se han hecho desde Murcia han partido de estas premisas del conocimiento, sino que es una especie de “enmienda a la totalidad”.

En cuanto a lo artístico, creo que Manifesta sigue su línea de un arte reflexivo, sociológico, documental, visualmente difícil y arduo para el público. A mí me han gustado especialmente algunas propuestas, que considero osadas curatorialmente, como las del colectivo Chamber of Public Secrets y su trabajo con los medios de comunicación.

Mi crítica estaría más bien a nivel discursivo, en la poca repercusión del “diálogo” con África, que se ha constatado como nulo. O la falta de una problemática como la de género, dentro de ese diálogo, que es central a nuestro mundo contemporáneo.


Normalmente ejerces de crítico de arte en medios especializados, ¿cómo ves el panorama actual en el mundo de la crítica?


Pues a diferencia de lo que se suele hablar, de crisis de la crítica, creo que vivimos en un momento dorado de la crítica, al menos de los sujetos que la ejercen. Hay en España y en Latinoamérica un gran número de críticos de arte tremendamente inteligentes y con un potencial de escritura sorprendente. Críticos establecidos, pero sobre todo críticos jóvenes, que ya se han educado en el arte internacional y que nada tienen que envidiar a los grandes popes de la crítica.

Otra cosa bien diferente son las plataformas críticas existentes y las funciones de la crítica. Salvo alguna revista contada, no hay plataformas críticas realmente interesantes capaces de generar un discurso potente. Afortunadamente, Internet está siendo una plataforma fundamental para esto. Lo que sí es más triste es la función casi virtual del crítico de arte en el sistema del arte, que es una mera figura de comparsa dentro del gran sistema artístico. El comisario-crítico que formula críticas light para crear exposiciones “a la moda”, mencionando a Rancière, Agamben y Deleuze, pero sin saber lo que éstos dicen aparte de dos conceptos manidos, es la figura que ha anulado la tradicional función de la crítica.


Para terminar me gustaría preguntarte sobre la novela (que trata sobre el entramado artístico) en la que estás trabajando, ¿ cómo la has enfocado?


La novela es para mí una manera de escritura más libre en la que pueden aparecer cuestiones que sería difícil tratar en un ensayo académico. Cuestiones como lo personal, los miedos, los deseos, los intereses, las frustraciones. Se trata en este caso de una crítica a la banalidad del sistema del arte, pero también una reflexión sobre los límites del arte y las diferencias palpables entre el arte y la vida.



Irene López.

ENTREVISTA A RUTI SELA

Adrián Silvestre


Ruti Sela (Jerusalén, 1974) es videoartista y profesora de cine de la Universidad de Tel Aviv. Su obra se ha expuesto en la Bienal de Sidney de 2006, el el Centre Georges Pompidou de París, en Art in General de Nueva York, la Tate Modern de Londres, la VI Bienal de Berlín, la Bienal de Estambul, y recientemente, en Manifesta 8, Murcia.


Me gustaría empezar hablando de El palabrero (2010), tu obra más reciente. En ella haces un ingenioso retrato de tu padre, a quien llevabas varios años sin ver. Él define vuestro encuentro como tres días contra el absurdo, la soledad y la tristeza. ¿Habías planificado algo concreto para esos tres días o dejaste que el azar diera forma a tu trabajo?


Tenía una especie de guión, una página con aquello que imaginaba que pasaría. Conozco bien a mi padre y sabía que tipo de situaciones podían darse, como que me leyera el tarot, que relatase la anécdota de cuando me pegó una cachetada; sabía que cada uno tenía una versión distinta y por eso me gustaba como punto de inicio para la película. Pero hay otra parte que era incapaz de prever; esto siempre es así. En el último encuentro, le pido que sea narrador de los tres días en los que hemos convivido. Él hizo un recorrido libre por su memoria, pero yo luego lo edité; hay una manipulación del tiempo y las reflexiones. Todo el resto es el azar.


Tu padre habla con familiaridad, naturalidad, y también con cierta ironía, sobre aspectos crudos como el genocidio, el parricidio, Dioses devorando a sus hijos; como si quisiera desmitificar los vínculos convencionales entre padres e hijos. ¿Era esta visión tan atípica de la paternidad lo que te interesaba retratar?


Sí, la película trata de eso. Al principio, cuando me lee el tarot, aparece la carta del juicio, y el espectador piensa que voy a juzgar a mi padre. Pero al final sólo trato de aceptar, sin juzgar. Me gusta mucho cuando él dice que le gustaba fingir que filmaba a sus padres mientras peleaban. Ahora adopto su rol, soy yo la que filma, con una cámara que no es imaginaria, sino real.


Al inicio analiza tu posicionamiento ante la vida. Te dice que has de ser más participativa, empezar a vivir los acontecimientos en primera persona y dejar de interpretar, ya que aún no eres capaz de desnudarte del todo. Esta idea la ilustras con unas imágenes donde vemos cómo te duchas a través de los agujeros de un tabique. ¿Hay una intención en estas imágenes de afirmar o cuestionar esa idea?


Bueno, la idea que quería transmitir fue más bien otra. Esa casa estropeada donde me ducho es la casa donde hace ocho años hospedé a mi padre, durante tres meses. Durante ese tiempo no tenía privacidad en mi propia casa, así que me interesaba crear una escena en la que no hay privacidad en lo doméstico.


Sin embargo, participas activamente en la mayoría de tus obras. ¿Es una casualidad o necesitas vivir en primera persona aquello que estás retratando?


Me parece que el mejor sitio para retratar a las personas sin juzgarlas es ponerme en su posición; de otro modo parecería que trato de ser superior. No haría hacer algo a alguien de lo que yo no soy capaz. Por eso pasamos la cámara a los sujetos en Beyond guilt (2003-2005), para que también ellos puedan filmarnos.


¿Hasta qué punto crees que el artista puede abordar ciertos temas desde fuera?


La verdad es que no lo sé, cada artista tiene una manera de obrar y yo sólo puedo hablar por mi.


Al final de El palabrero, tu padre te deja en herencia preguntas sin respuestas (que según él, son menos importantes que las preguntas). Pienso que has aceptado de buena gana este legado, pues en tus películas haces preguntas constantemente, sin pudor, sobre todo lo que te inquieta o se te pasa por la cabeza. ¿Esperas que esas preguntas sean contestadas verbalmente o las reacciones y los desconciertos son las auténticas respuestas?


Lo segundo. No me gusta que me digan que algo es blanco o negro, sino que vuelvan a pensarlo otra vez, y mostrar qué ocurre en ese intervalo. Quiero llegar a mostrar lo absurdo de la situación, y también cuestionar determinados asuntos privados o prohibidos.


En cualquier caso, creo que serías una buena periodista; tienes el ingenio para saber qué preguntar en cada momento y sobre todo la falta de pudor necesaria para insistir hasta llegar donde quieres. Como en Loopolice, donde superas la paciencia de unos policías, o Una proyección solamente, donde preguntáis por armas en una farmacia y no aceptáis un no como respuesta. Hay un claro factor de provocación y un acercamiento a un tipo de performance muy lúdico. ¿Qué papel desempeña el sentido del humor en tu obra?


Es el más importante. Aunque a veces lo pierdo, me pongo seria. De hecho, las piezas de humor que más me gustan son en el fondo son muy tristes. No se cómo lo ves tu.


Lo veo igual, mis comedias favoritas son en realidad bastante trágicas.


En cuanto a Una proyección solamente (2001), te diré que es divertido y sin embargo parte de una época de hastío, en la que no quería sentirme representante de Israel. Traje a mis amigos españoles camisetas del ejército israelí (no oficiales, las típicas para regalar como souvenir) y les dije que actuaran como quisieran, que se sintieran libres.


Donde mejor funcionan estos “interrogatorios” es en la trilogía Beyond Guilt (2003-2005), que realizaste en colaboración con la artista Maayan Amil. En la primera parte, retratáis a gente en baños de bares y les hacéis preguntas intimidatorias y propuestas sexuales, sin ningún tipo de culpa o remordimiento. ¿Por qué en el cuarto de baño? ¿Os interesaba como lugar de paso, como símbolo, como espacio asociado a la intimidad?


Por todo eso y porque era el único espacio que tenia luz. También porque podíamos cerrar la puerta, mantener el silencio, aislar la situación y manteneros al margen del mundo exterior. Igual que en las habitaciones de los hoteles.


En la segunda parte, chateáis con otros chicos a través Internet, los citáis en una habitación de hotel, les hacéis firmar un contrato y les grabáis y sometéis a distintos juegos. Parece que preparáis todo un proceso para culminar en algo que, o bien no ocurre, o no se llega a ver. Me sorprendente ver cómo aceptan el juego y participan en el proceso. ¿En qué medida les informabais de lo que iba a ocurrir?


Lo único que les desvelábamos es que teníamos una cámara y que queríamos filmar una pieza, pero no decíamos lo que iba a pasar. Les pedíamos que trajeran cosas apropiadas para la situación.


Una situación sexual.


Sí, la web a través de la cual nos pusimos en contacto con ellos tenía connotaciones sexuales. Ellos siempre pensaban que iba a pasar algo, y de hecho el espectador nunca llega a saber si pasó o no, pero en cualquier caso no es una peli pornográfica.


Uno de los citados habla del dom-space, del dominio y la sumisión. Parece que hay una relación muy directa entre el sexo y el hecho de filmar. ¿Hay una relación de dominio y sumisión entre el que filma y el filmado?


Buena pregunta, nunca me lo habían hecho. Siempre es así. A veces, al pasar la cámara al sujeto que estoy filmando, le estoy cediendo el poder. Pero soy yo quien se queda la cinta al final, y es quien edita quien tiene el poder, quien manipula a su antojo.


¿La cámara te da sensación de poder?


A mi sí. Porque te da la razón en torno a algunos aspectos. Hay cosas que no haría sin cámara, como algunos de estos encuentros.


También citáis a una prostituta en otro hotel para que os grabe. Habláis de su vida, sus gustos, y las particularidades de su trabajo. Hay un intento de que sea ella la que os filme y comience a dirigiros, a daros pautas, pero esto no sucede, al final es ella la retratada ¿Por qué este interés en ser dirigidas?


Porque es el fin de la trilogía, y necesitábamos que ella se pusiera en nuestro lugar, y reflexionase. Cuando le pedía pautas, no quería ser superior, sino igualarme. De ahí la máscara que ella utiliza al final, es una metáfora de la cámara, porque el que filma también se esconde tras una máscara.


Algunos de los retratados son militares. Hay uno que se desnuda nada más llegar, y dice que el pene es la única arma para luchar. Me desconcierta ver cómo las conversaciones que giran en torno al sexo, se convierten frecuentemente en una alusión al ejército, la violencia, y el conflicto.


Me parece que en Israel es muy normal. Aquí el servicio militar es obligatorio para todos. Lo más normal en una conversación cotidiana es preguntar dónde vives, dónde estudias, dónde hiciste el servicio militar, y dónde viajaste después.


Se te ha definido como una artista cuya obra tiene un contenido característicamente político.


Claro que sí. Para mi todo es político, no solo hablar del estado en el que vivo, también las relaciones de poder, la relación con mi padre… Cualquier acontecimiento en un contexto fuera de lo normal, todas las preguntas planteadas sobre cultura y educación es política.


¿Y si te hablo de política militar israelí? ¿Resulta imposible que este tema no aparezca constantemente vinculado en el discurso de un artista de Israel?


Claro que se puede desvincular. Muchos artistas de aquí no trabajamos ese tema. Bueno, entiendo que se me vincule en trabajos como en Más allá de la culpa, pero yo no quiero tratarlo ni representarlo. Precisamente, en Nothing happened (2006) represento todo un alter party de inconsciencia, una burbuja donde no hay guerra, ni se habla de ella. Podemos vivir de fiesta en fiesta, y no pasa nada. Esa actitud también se respira en la calle. Por eso tienes que venir a Tel Aviv. Es tiempo de bailar.


Es el título de tu colección de vídeos expuestos en Manifesta 8, Time to Dance.


Sí. ¿Es tiempo de bailar? ¿o no lo es? Por eso en la pieza Steps (2007) bailo con los pies al ritmo de otra pieza, Pride Parade (2005), donde extremistas religiosos se manifiestan contra la manifestación del orgullo gay. Hay una manipulación intencionada. La mayoría de la gente prefiere llevar una vida normal y no preocuparse por nada. Si no buscas los problemas, no los encuentras.


¿Y qué prefieres tú?


Yo prefiero bailar, siempre.


Manifesta 8 planteaba una reflexión en torno a los actuales límites entre Europa y el Norte de África, y sus interrelaciones con la región del Magreb. ¿En qué medida crees que tu obra tiene una relación con esta propuesta?


Ellos pensaban que yo era de África, por eso me llamaron.


¿Lo dices en serio?


Creo que el tema lo eligieron los directores de Manifesta por asuntos económicos, y los comisarios eligieron a los artistas por lo que hacen, y no por su origen. De todos modos, no está muy claro de dónde somos. No somos muy europeos, aunque participemos en Eurovisión. Te mando un mapa, para que juzgues tú mismo.







domingo, 9 de enero de 2011

COME NIÑO COME. Katharina Grosse: la arquitectura del color.

Galería Helga de Alvear. Dr. Fourquet, 12.
Del 11 DE NOVIEMBRE AL 9 DE ENERO DEL 2011.



Una mujer enfundada en un traje protector, guantes, botas. Se desplaza en una plataforma rodante, armada de un compresor. Con movimientos vigorosos mancha las paredes del cubo blanco en una prestigiosa galería o un museo. Katharina Grosse nos demuestra que no tiene miedo del color ni del espacio. Artista alemana, radicada en Dusseldorf y en Berlín, ha realizado su trabajo en muchas galerías y museos importantes del mundo. Esta es su segunda exposición en la galería Helga de Alvear en Madrid donde nos da a ver siete pinturas enmarcadas en grandes formatos hasta de cuatro metros por tres que se han dispuesto en dos grandes salones de paredes blancas. Si bien no nos presenta sus site specific en esta ocasión, el uso monumental del color y el espacio, las capas múltiples superpuestas de colores primarios y secundarios produce un poderoso estímulo al ojo. Y esta, es solamente una muestra de los alcances de la obra de Grosse quien con la arquitectura como soporte, transgrede todo límite y arremete contra las paredes, techos y ventanas y a veces, arrastra los verdes, amarillos, rojos y azules hasta las fachadas y el césped. Produce así un efecto tridimensional en la pintura. Grosse es sensualidad pura de tal fuerza que hace parpadear a los colores, creando una suerte de movimiento tintilante. A su paso, no hay nada que se le resista, desborda cualquier límite y ella sabe muy bien qué es lo que busca y lo goza sin complejos. No necesita palabras para articular un discurso liberador que en este caso, es terriblemente femenino. Lo adecuado, discreto, callado y contenido caen derretidos por la pared en una fina capa acrílica para dar paso a lo espontáneo, elocuente y seductor. Imposible no recordar la orden de:”no salirse de los bordes!” de las lecciones de dibujo y pintura de la infancia. Pero ella nos propone hacer exactamente lo contrario y comernos el espacio y el color, como quieren hacer los niños y las niñas. Y es que la obra de Katharina Grosse es toda una propuesta teórica. Para ella, la pintura no es un sistema coherente que tome forma a partir de los bordes. Una pintura no es una ventana; más bien, nos dice, cualquier cosa es una ventana, porque toda superficie es ilusoria y la pintura puede ser elemento articulador en el constante cambio. En sus inicios trabajó capa a capa dos colores, insertando textursa como barro o cera y conservando ese gesto original de vuelta a lo básico, al movimiento vertical de arriba hacia abajo. Pronto descubrió la interacción del color y desde 1998 utiliza la pintura en spray aplicada directamente a las paredes o recientemente, a las formas que esculpe con styrofoam cortado con alambre caliente o con fibra de vidrio así como a los acrílicos pulverizados que semejan la tierra. Su técnica de pintura es inmediata, pensar y pintar son simultáneos, como en Paul Klee y Kandinsky, pero sus enormes superficies violentan la arquitectura y producen un efecto en el espectador, ese que buscaban los futuristas y el Blaue Reiter. Si bien es heredera del expresionismo alemán, nos sostiene que hay narrativa en su trabajo, ya que cada nueva pieza refiere a la anterior, retoma esas ideas otra vez, pero en un lugar diferente y bajo otro punto de vista. Reconoce que se sostiene en esa historia que proviene de Lovis Corinth, representante de la Secesión y el estallido cromático de J.W. Turner, que son sus fuentes reconocidas de información. Pero también esta artista mujer extraordinaria, es capaz de admirar el atrevimiento de Robert Smithson y el poder popular anónimo, del graffiti.


PRISCILLA ECHEVERRÍA .