viernes, 12 de noviembre de 2010

Sobre Circuitos MMX y el comisariado

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La Sala de Arte Joven es una sala de la Comunidad de Madrid, dependiente de las Dirección General de Archivos Museos y Bibliotecas. Este dato es importante; hablamos de políticas públicas culturales. Su objetivo declarado es promover y difundir el arte emergente favoreciendo el acceso a los canales profesionales a los jóvenes artistas menores de 35 años y residentes en la región. Para ello, según se publica en www.madrid.org, acoge en su programación una convocatoria anual que conforma la exposición itinerante Circuitos de Artes Plásticas, que este año cumple su vigésimo primera edición. A su vez mantiene una política de apoyo a jóvenes comisarios que se materializa en otra convocatoria anual cuyo ganador define la programación del primer semestre del año. El 2 de noviembre se publicaba en dicha web el resultado de la última convocatoria que otorgaba el papel de nuevo comisario de la sala durante el primer semestre de 2011 a Roberto Vidal. Al día siguiente se inauguraba la actual edición de Circuitos de Artes Plásticas, comisariada por Iván López Munuera que podrá visitarse hasta el 8 de enero de 2011. Como he comentado, la muestra acorde con las buenas prácticas respecto al circuito público del arte, es resultado de una convocatoria pública. El aparato de valoración es un jurado o comité especializado compuesto por profesionales del sistema de arte, figuras políticas y el comisario de la exposición. Este año los artistas privilegiados por el jurado, cuyas obras pueden verse en la exposición son: Lara García, Bongore, Ignacio García Sánchez, Teresa Solar Abboud, Daniel Martín Corona, Lilli Hartmann, Esther Achaerandio, y el colectivo Momu & No Es.

Busco entre las convocatorias y no encuentro cómo se define el rol del comisario de la exposición. Llego siguiendo sus palabras y textos hasta nuestra inclusiva y exclusiva comunidad emocional, cuya impronta puede seguirse a lo largo de muchos de los fenómenos culturales de la ciudad. Su rastro me lleva a una novedosa plataforma curatorial reunida entre Matadero y el Musac, una red de jóvenes comisarios que convive con la generación anterior que dio lugar a ese manual de buenas prácticas del ecosistema artístico y cultural, entre los que encontramos como símbolo al actual director de MNCARS. Una propuesta que ha de dialogar además con las prácticas más radicales y contemporáneas en el ámbito de la mediación, la educación, la pedagogía y la posibilidad.

Muchos de los trabajos que componen Circuitos tienen un fuerte sentido crítico, desde la verdaderamente elegante Lilli Hartmann y el fino molde de lo real de Daniel Martín Corona, hasta la contundencia del joven y tullido proletario de Ignació García Sánchez o del europeo buscando trabajo de Bongore. Los planteamientos de los ocho proyectos que acoge la exhibición están a la orden del día en los debates contemporáneos. Aún así, la forma de participación de los artistas en la actual edición, hace que no se haga explícito un leitmotiv de la exposición y que se percibida el reto comisarial de concretar un uso del espacio compartido. Salta a la vista la dificultad y necesidad de redefinir los habitáculos blancos de la sala, el diseño divide la disposición de las obras y también al visitante, lo disuade de ocupar los distintos espacios. Me quedo con un panel que encuentro en la entrada y presenta un punto de vista relacional a través de diagramas que permiten interpretar esos circuitos e itinerarios geográficos, materiales, económicos y temporales. Me confunden las cartelas con forma de flechas que parecen señalar la obra equivocada. Entre las propuestas que componen Circuitos conviven acuerdos y desacuerdos, acercamientos distantes que generan un espacio dialógico apoyado y promovido por una preciosa contribución curatorial, una serie de entrevistas que me vinculan con el otro, en este caso los artista. Una decisión de Iván López Munuera, que me permite preferir la noción de procomún frente a la de comunidad emocional y a la participación de unos pocos, los que están cerca. Cada entrevista un don, un regalo, un vehículo hasta el relato del otro.

No pasa desapercibido el nombre del comisario. Tampoco cuándo y 'cuánto' encuentro su nombre, en el texto, su traducción, la gráfica o la sala. Porque hablar de las formas de comisariado es hablar de procesos de legitimación, de políticas culturales o, simplemente, política. De cómo se define la participación en el sistema del arte.

Iván López Munuera nace en Madrid, en 1980. Es crítico y comisario independiente de arte contemporáneo. Explora la inscripción del arte contemporáneo en el contexto crítico de las ciencias sociales y en los estudios de medios. Ha realizado labores de comisariado, documentación y gestión en instituciones como ACAX (Agency for Contemporary Art Exchange), ARCO, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, la Fundación MAPFRE, la Fundación Suñol, el Instituto Complutense de Ciencias Musicales, el Ludwig Museum, Matadero Madrid y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Y publica regularmente en revistas como Arte y Parte, Goya, Lápiz, Pasajes de Arquitectura y Crítica, Pasajes Diseño o Urgente.

12 de noviembre, 2010
aka

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