sábado, 15 de enero de 2011

Entrevista a Rosella Matamoros

Rosella Matamoros nació en1960. Ha obtenido dos veces el premio nacional Aquileo J. Echeverría. Recibió el primer lugar en pintura en la 1ª Bienal Internacional de arte contemporáneo en Chapingo, México y le han sido otorgadas varias becas, entre ellas la del gobierno francés para estudiar dibujo y grabado en la Escuela de Bellas artes de París, la Fullbright para realizar la Maestría en Artes plásticas en la George Washington University, la beca de la fundación Japón para estudiar en Kyoto y tuvo la oportunidad de estudiar foto grabado en el Estudio Luis Camnitzer de Italia.

Rosella no solamente dibuja y pinta. Realiza instalaciones, escenografía, dramaturgia, diseña el vestuario para sus obras, produce performances y video. Ha evolucionado desde el dibujo figurativo de visión trágica, influenciada por Goya, hasta la abstracción en una búsqueda más cercana al expresionismo americano del Action painting. Cada vez más, desplaza su preocupación al cuerpo humano, ya sea desde los dibujos gestuales, hasta la creación de libros-arte que requieren del espectador el uso de todo su cuerpo para acercarse a su obra o la actividad performática en la que apuesta por el trabajo interdisciplinario. Trabaja con actores, bailarines y músicos.

“Yo no estoy de moda”…

Con esta frase inicia la entrevista Rosella Matamoros.

Qué querés decir con eso?

Yo no comulgo con lo que está de moda en el arte, siempre he seguido mis propias intuiciones y me he ido construyendo mi propio camino. El arte Latinoamericano sigue la tendencia de la denuncia política, los artistas lo están haciendo de una manera muy obvia y yo le huyo a lo obvio. Finalmente, ser artista es una política de vida. Esto me ha valido el tener que abrirme camino de una manera muy solitaria desarrollando mis propias estrategias, porque he encontrado poco apoyo por parte de las personas que promueven el arte en Costa Rica. Alguien decía que los artistas latinos se sostienen emocionalmente en el arte político desde el momento histórico en que apareció el Museo del barrio, y continúan haciéndolo. No es mi afán criticarlo, pero sí considero que en Centroamérica falta mostrar la parte de investigación, hay mucho de panfleto. Se da también la práctica de producir algo que gusta a la gente y se sigue pintando lo mismo para vender. Hace falta ética y es necesario cuestionar para oxigenar el arte en la región.

Sin embargo, vos has incursionado en el tema de la violencia, concretamente, en la violencia del abuso sexual, has trabajado con menores infractores directamente, por ejemplo, y estos son temas de violencia política. El abuso sexual evidencia que lo íntimo es político, que las relaciones de intimidad no son ajenas a las relaciones sociales de poder que existen a nivel público y en el caso de los menores infractores, es un hecho que en nuestros países esto tiene una relación directa con las diferencias de clase social y el estallido que generan. También has trabajado procurando una ex –centricidad, llevando tu obra fuera de la capital. Y eso es tener una posición política.

Sí, es cierto. Tal vez lo que yo veo es que Costa Rica es un país particular por la paz social que ha conservado a pesar de formar parte de una región siempre en conflicto. No tenemos los problemas de México en la frontera o de Guatemala y El Salvador con las maras. No tuvimos las guerrillas ni los ejércitos de los 70s-80s. Yo tengo entonces la posibilidad de usar la energía en la investigación de esas otras formas de violencia. Ahora estoy interesada en trabajar la vivencia del cáncer por parte de las mujeres porque creo que las mujeres son muy exigidas a tener que enfrentar la enfermedad sin apoyo de nadie . Yo creo que hay una realidad que es muy nuestra y que lo ideal sería que a través de la investigación de otras formas, Centroamérica se vea de otra manera, no siempre teniendo que seguir con los cánones europeos, también considero que nadie puede imponer cómo o qué debe ser tu arte y tu trabajo y hemos tenido bastante de eso aquí. En mi caso, mi interés es el desarrollo humano y también su relación con el cosmos. Es una labor en silencio.

Decís que has ido desarrollando tu trabajo muy solitariamente. Cómo podrías definir tu abordaje de la práctica artística?

Creo que hay cuatro pilares en los que me sostengo: la estructura, el movimiento, la intuición y la investigación. Como parte de mi actividad investigativa, he incursionado en lenguajes diversos, la música clásica , la danza, el teatro. La Psicología, por otra parte, me ha abierto el camino para el trabajo sobre el trauma y la recuperación o la cura, especialmente a partir de la cercanía que he tenido con el tema del abuso sexual. Opto por el trabajo interdisciplinario que me abra posibilidades de comprensión del ser humano y de expresión.

En ese sentido, me llama mucho la atención ese gesto ritual que aparece en tu obra. Hay un fundamento muy primitivo, muy básico. Me da la sensación de que hay un intento de amarrar algo que tiene que ver con el signo. Clarísimo en la instalación “Veredas, encuentros,…ritos” y en la instalación de esculturas y dibujos que llamaste “Signosobremimadre”. De hecho, en la psicosis encontramos la preeminencia del signo como herramienta primaria incluso para poder ordenar el mundo. ¿Esa vuelta al signo, tiene que ver con ese intento de recuperación del trauma, de lograr armar una estructura básica que se ha explotado por ejemplo, en el trauma incestuoso?

Definitivamente. Pienso que los temas de vida y muerte, de lo ritual y lo performativo, esa esencia de lo primitivo, permiten la sobrevivencia. Por eso me interesa también ahora estudiar física cuántica. Yo busco una respuesta existencial. Creo que todos la buscamos. Nos preguntamos quiénes somos nosotros en el cosmos, cómo sobrevivimos.

Como yo he tenido de cerca el tema del abuso sexual, he visto cómo la esperanza se desgarra, cómo la persona abusada pierde de vista totalmente quién es ella y quién el otro. Los límites se vuelven difusos y hay una confusión hasta de identidades. Por eso es importante la estructura y la reconstrucción de la estructura, que es lo que yo llamo recuperación. Una estructura muy clara es la de la música clásica y por eso me gusta mucho y la incorporo a mi obra. La reconstrucción tiene que ver con la luz que siempre busco, por eso trabajo con dicotomías, porque busco la luz pero también soy muy conciente de la oscuridad y de la violencia de la que somos capaces los seres humanos, yo veo cosas que son invisibles para otras personas. Yo no creo en reiterar la violencia, sino en dejarla atrás, quiero estar del lado de la mujer que sale adelante. No me gustan las posiciones o las exposiciones donde las mujeres son víctimas o se las plantea como sufridas. Reconozco el sufrimiento de las mujeres, pero yo aprendí con ellas lo que yo no quiero ser y tampoco quiero ser como algunas mujeres que abusan de otras mujeres. Creo que las feministas más recalcitrantes victimizan mucho a las mujeres y no las dejan salir de ese lugar.

En Japón investigué sobre las artes escénicas y el grabado tradicional. En ese tiempo me atrajo la sociología del espacio y las relaciones humanas. El teatro de muñecos de Kyoto y los primitivos ejercicios preparatorios para las artes escénicas japonesas, me hicieron deslizarme del trabajo de la línea que daba la forma a la línea como forma. A partir de aquí, la línea y la forma se volvieron personajes. En mi investigación sobre la vida en Japón, me topé con el abuso sexual y le planteé a una curadora el hacer un trabajo sobre el tema. Hice una instalación. Construimos los marcos. Era el proceso del abuso en que te partís en pedazos detrás de un velo, después entrás en un laberinto, en un estado de confusión después del trauma. Poco a poco retorna la luz. Unos bailarines realizaron una danza porque creo que el recuperarte es una decisión. Levantabas el plástico. El problema con el abuso es que la identidad es una incógnita entre el yo y el otro.. Pero yo quería apostar por una recuperación. En el Japan Times salió un artículo sobre esa instalación. Fue un escándalo porque en Japón no les gusta que lo íntimo salga a lo público.

El tema de lo femenino es muy interesante, por lo que se dice de lo femenino, lo positivo y lo negativo, la luz y la sombra.

Toda mi experiencia, lo traumático, me ha conducido al camino de la creatividad, donde he encontrado una salida, de otra manera, yo hubiera sido una mujer convencional. Por eso, me siento satisfecha.

Entrevistó: Priscilla Echeverría Alvarado.

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