martes, 27 de octubre de 2009

Nieves Limón


Bipolaridad fotográfica


A propósito de la presentación del nuevo libro de Joan Fontcuberta en el marco del IX Seminario de Fotografía y Periodismo de Albarracín (a saber: Santa Inocencia/Holly Innocence), se reactivan debates sempiternos, inextinguibles por mucho que se hable, escriba o cree en torno a ellos. Bien lo sabe Fontcuberta que lleva más de veinte años enseñándonos nuevas formas de darle una vuelta de tuerca a esa idea de la fotografía como huella de la realidad, más aún, como auténtica realidad.

Si en los años setenta la fotografía se institucionalizó pasando a ser un arte merecedor de estar en museos (uso que se sumaba a la función primigenia de la fotografía como documento, como fuente fehaciente de información), hoy en día se cuestiona, con razón a mi juicio, tanto lo uno como lo otro: ¿es adecuada la manera en la que se ha introducido este medio en la retórica museística?, ¿puede la fotografía documentar sabiendo, como sabemos, que produce observaciones sesgadas, miradas personales? Fontcuberta, oscilando en sus propuestas entre el interés filosófico que se destila de todo esto y una socarronería asombrosa, construye un proyecto a medio camino entre lo “documental” y lo “artístico”. Subvirtiendo estos límites taxonómicos, nos repite que lo importante no es tanto que la fotografía mienta inevitablemente, sino la dirección ética de esa mentira, el uso que de la misma hace el fotógrafo recomendándonos, por tanto, evitar a toda costa la confianza acrítica con la que solemos consumir imágenes.

Quizá la cuestión camine por derroteros cercanos a la infertilidad de pensar la fotografía en términos bipolares (arte versus documento), quizá debamos plantear varios niveles de lectura en cada imagen evitando forzadas etiquetas. Mientras tanto, propuestas como esta son más que necesarias, son una respuesta que impide el anquilosamiento de complicados debates icónicos.

Nieves Limón.

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