jueves, 25 de noviembre de 2010

Arte Efímero: pasen y vean.


On & On se presenta al público con el sensacionalismo de un espectáculo circense, el uso de materiales perecederos, como fresas, chocolate o patata, pájaros que tocan notas al azar o la recreación del viento frío y húmedo del atlántico han levantado gran expectación y las multitudes hacen cola para ver en acción a los pájaros del francés Céleste Boursier-Mougenot, como si de una atracción de circo se tratara. Los comisarios Flora Fairbairn y Olivier Varenne han reunido en La Casa Encendida la obra de 14 artistas internacionales agrupados bajo el tema del arte efímero.


La exposición constituye lo que se conoce como un ¨blockbuster¨, concebido para atraer el interés de todos los medios de comunicación y disparar las cifras de visitantes. Si bien no hay muchas ocasiones en las que se pueda asistir a una muestra colectiva de arte efímero, el fenómeno nos permite hacer una reflexión sobre “el género” (siguiendo en el símil del cine). Es difícil contemplar obras de arte efímero sin evitar pensar como fueron en el pasado y como serán en el futuro, sabes que lo que ves, es único en ese instante, que por su naturaleza transitoria el conjunto de la muestra es diferente en cada momento y que es imposible ser testigo de todo el proceso. El principio que sostiene el arte efímero es precisamente ese, que no podemos abarcar todo en la vida, y la visita, como nuestro propio paso por la vida, es efímera, pero eso no significa asumir que solo sea una parte del todo, sino que ya es un todo en sí mismo.

El espectáculo en que se convierten estas obras me plantea preguntas: ¿es arte o entretenimiento? ¿es la experiencia de ¨haberlo visto¨ lo que nos interesa o nos quedamos con algo más? ¿En qué manera puede el arte efímero transcender en la historia del arte desde su naturaleza no objetual, no almacenable?


La muestra se extiende por todo el espacio de La Casa Encendida y destaca la utiización de las zonas de paso. En mi opinión precisamente una de las piezas visualmente más interesantes la encontramos en una de las escaleras, Down Time de Claire Morgan, donde fresas suspendidas de hilo de nylon crean un tapiz de color intenso que ha sido atravesado por un grajo negro. Los hilos de nylon forman una telaraña óptica, haciendo de nuevo alusión al paso del tiempo. La instalación funciona como un cuadro en tres dimensiones y nos proporciona múltiples encuadres, según nos situemos frente a ella. A continuación también de gran fuerza visual la representación bella y siniestra del recuerdo de un incendio de Chiharu Shiota. Después, los trabajos más efectistas comienzan en una habitación pintada de chocolate y las lámparas de velas de Anya Gallacio, la actuación desafinada de una guarda de seguridad por obra de Tino Sehgal, la versión realista de una cripta de Michel Blazy, la visión apocalíptica del triunfo de la Naturaleza sobre la sociedad tecnológica en The Conference de Gerda Steiner y Jörg Lenzlinhger, la actuación al piano de Gregorio Zanon customizada por el público o Eloise Fornieles en persona recogiendo mensajes desde su barco en el patio. Entre los que despiertan menos exclamaciones, las piezas de Roman Signer, Martin Creed, Kitty Kraus o Andy Goldsworthy. Y es que parece que la reacción del visitante se reduce a dos interjecciones: oh! (de sorpresa) y ajá! una vez conoce la historia que hay detrás.


gm

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