jueves, 25 de noviembre de 2010

“On&On”. ¿Lo efímero tiene que morir?




Marcin Franciszek Rynkowski


De las fresas jugosas a un cádaver podrido, de la ausencia de la presencia al espejismo de nuestro pasado, de la destrucción creativa a la creación destructiva. ¿Cuál es la distancia? ¿Cuánto dura el viaje? Un instante. Ésa es la respuesta de algunos de los 13 artistas en la exposición "On&On" que se inauguró día 18 de noviembre en La Casa Encendida(Caja Madrid).


La "primera muestra del arte efímero en España"de 14 obras, comisariada por Flora Fairbairn y Olivier Varenne, hace un tributo a las raíces del arte efímero de finales de los años 50 (el site specific, el arte de acción, el arte conceptual, el land art, que sustituyeron la valoración del objeto en sí por la idea que lo ha creado) e intentan convencernos de que La Casa Encendida es el único sitio donde las obras pueden manifestarse y dejar las huellas de su "fugaz" existencia en la memoria de los espectadores.


Las dudas aparecen cuando vemos las transparentes propuestas de Roman Signer y Andy Golsworthy, que han eternizado el momento efímero en el material sólido de vídeo y cuando nos enteramos que las propuestas como el “circo” de las partituras sin sentido de los diamantes mandarines de Céleste Boursier Mougenot, y la obra de Martin Creed, que ilumina y esconde la “nada” escondida detrás de su proyecto, viajan por el mundo del arte recalentándose desde hace 9 años.


Lo efímero, para llegar a serlo, tiene que morir, éstas son las reglas de la modernidad líquida de la que habla Bauman. La realmente "fugaz" obra de Kitty Kraus cumple esa promesa. El bloque de hielo se transformó en una charco de tinta negra y acabó como un fresco abstracto, capaz de cruzar las fronteras de su site specific en las suelas de los espectadores y viajar por Madrid de incógnito. La marca de muerte aparece también en el mudo performance de Eloise Fornieles (comparado con su ruidoso proyecto de 2007 A grammar of love and violence). Por no ser grabado, desapareció el día 21 de noviembre definitivamente, dejando sus cenizas en la memoria de los espectadores que llegaron a verlo.


El término efímero parece confuso cuando miramos las obras de “feísmo sensorial”, de Clarice Morgan y Michael Blazy, y Aspire de Anya Gallaccio. Las fresas “muertas”, igual que Le Crypte de Blazy, desvelan las energías mortíferas que a base de la muerte crean otra obra artística. Lo mismo ocurre con las velas de Gallaccio que agonizan mutuamente y la lluvia de sus lágrimas de cera queda en el suelo, dibujando una efigie.


Todo eso me hace la pregunta ¿Qué es lo realmente efímero en “On&On”? Sin duda no es el material que construye las obras como In silence de Chiharu Shiota, la más sublime de la exposición, donde el piano mudo y 37 sillas vacías "mordidas" por las llamas del tiempo están abrazados por la telaraña de ausencia del sonido. Lo efímero se desvela en el momento fugaz, en el que las contemplamos. El tiempo y el espectador son los factores fundamentales de la muestra, que no es, sino que está desmoronándose y creándose mutuamente. La irrepetible mirada contrastada con la solidez de las palabras que intentan eternizarla provoca la amarga sensación de que todavía no se puede decir “todo”. Este todo rematado por el punto al final de la frase aparecerá el día 16 de enero, cuando acabe la exposición, en silencio...







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