miércoles, 18 de noviembre de 2009

Xabier Gantzarain


Civilizados

Cuando en 1910 el etnógrafo alemán Leo Frobenius vio por primera vez las piezas de la cultura Yoruba, le pareció tan increíble que aquellas gentes hubiesen podido realizar tan bellas figuras, que al principio creyó que su única explicación posible era una colonia griega en la mítica Atlántida, la cual pudo haber llevado el arte clásico hasta las selvas de Nigeria.

Lo primitivo, en base al dualismo imperante que lo clasificaba todo según el punto de vista occidental, y por lo tanto excluía a cualquier “otro”, era lo opuesto a lo civilizado.

Durante el siglo XX, debido sobre todo a la emancipación política de los pueblos colonizados, el punto de vista occidental se ha ampliado. No es que haya dejado de ser el hegemónico, sino que se ha vuelto políticamente correcto.

En 1980, cuando el Metropolitan Museum organizó una exposición para exhibir las piezas de la antigua Nigeria, entre las cuales estaba la “Figura Sedente” que también alberga ésta que ahora comentamos, el título de la muestra era “Treasures of Ancient Nigeria”. Eran tesoros, no era arte. En el fondo, el punto de vista no difería tanto del de Leo Frobenius. El título indicaba la sorpresa ante la belleza desconocida.

Hoy, cien años y varias pruebas de carbono 14 después del “descubrimiento”, las piezas que se hallaron en Ife se han integrado en el timeline de la Historia del Arte, ya son consideradas arte, pero se sigue sabiendo muy poco de las más profundas motivaciones, posibles funciones y verdaderas significaciones de éstas.

Ya en 1915 Carl Einstein avisaba de la extremada prudencia con la que debían ser analizadas todas aquellas piezas de “arte africano” o “escultura negra” en su libro Negerplastik: “Para formular un juicio no es suficiente sólo enfocarlo sobre la habilidad técnica o sobre la valoración da la llamada expresión viva. Los artistas de aquellas regiones nos enseñan que no se puede contemplar el arte africano a partir de fórmulas establecidas”.

Aún así, tanto las reseñas y notas de prensa como las explicaciones que acompañan a las piezas, resaltan la habilidad técnica (véase la fundición a cera perdida) y aluden a la expresión viva (véase idealismo clásico de la máscara de Obalufon).

No obstante, esta exposición es una cita ineludible: además de instructiva, es una cura de humildad para los “civilizados”.

Si por lo que sea no podéis ir a verla, os dejo con unas palabras de Marjane Satrapi, autora de cómic y cineasta iraní: "Mire, yo vivo en Europa y vivo en paz, y soy consciente de que eso es un lujo. Pero eso de la civilización occidental es el mayor bluff que nos han contado. No hay civilización. Tú te vas a París, y todo es maravilloso, la ciudad de la luz, del amor, de la alegría. Vale. Pero si cortas la luz en toda la ciudad, y los supermercados y los hospitales se quedan a oscuras y sin funcionar, ya verás lo que tarda la gente en matarse entre sí. O sea, que si todo va bien no es porque la gente sea civilizada, sino sencillamente porque no tiene hambre".

Xabier Gantzarain.

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