martes, 3 de noviembre de 2009

Virginia Moya


Los amantes del monocromo están de enhorabuena gracias al Círculo de Bellas Artes de Madrid que expone Marie Raymond- Yves Klein. Herencias, muestra que recoge la relación del artista del espacio, Yves Klein con las personas y experiencias que más le influenciaron, otorgándole a la madre el puesto de honor.

Yves Klein provenía de una familia de artistas afincados en París auténticamente bohemios. Tanto su madre como su padre fueron pintores habituales de la escena parisina de los años, 30, 40 y 50. Aunque su oficio casi se reduce a luchador de judo profesional, a ellos se les debe que finalmente se decantara por el arte.

A pesar de que la exposición se centre en la relación con la madre, también la obra del padre está presente, de quien hereda el gusto por el color como protagonista, un color mágico que llena toda las obras. Así, viendo las obras del hijo enfrentadas a las del padre, obras como el “Tríptico de Krefel” parecen consecuencia formal de obras como “El Circo del sol” de Fred Klein. Curiosamente, Yves Klein se declarará siempre como un “pintor figurativo”.

La relación que el comisario de la exposición, Nicolás Morales, quiere mostrar entre la obra de Yves Klein y su madre no es fácil de comprender a primera vista. Marie Raymond fue una pintora reconocida en su época, estandarte de la Abstracción lírica de la Escuela de París de posguerra ganando incluso el prestigioso Premio Kandinsky de pintura en 1949. El eterno enfrentamiento de Ingres y Delacroix sobre la línea y el color se repite en Marie Raymond y su hijo. Ella delimita el color en el espacio mediante líneas mientras que en la obra de Yves el espacio se expande al infinito mediante el color, sensibilidad convertida en materia. Es el fondo de esta cuestión lo que les une, el interés común por la dimensión espiritual del espacio. Así mientras su padre rechazará la obra del hijo como arte, la madre será su fan número uno.
El estudio de la rue d’Assas de Marie Raymond y Fred Klein fue durante mucho tiempo punto de encuentro de intelectuales y artistas europeos donde se discutía sobre la deriva del arte, hacían contacto (Iris Clert, Arman…) y se fraguaban amistades e influencias. Probablemente estos encuentros hayan sido el germen de las inauguraciones-evento que Yves Klein organizaba y utilizaba para convencer al mundo del arte europeo de la inmaterialidad de su obra.

Este estudio también es responsable de la educación de su sensibilidad visual. Dos obras de Mondrían presidían la casa, probablemente dándole la pista para los monocromos. Yves Klein libera a los colores de la restricción de las líneas, deshaciendo así sus pinturas en cuadros monocromos y lanzando el color al espacio.

La exposición detiene su curso para documentar la estancia de Yves Klein en Madrid como profesor de judo. Así, en un rápido giro, del mismo modo que se engancha la herencia de Yves Klein a la del CBA, el recorrido de la exposición se desconecta de la influencia de la madre. Un cuaderno con anotaciones típicamente turísticas ilustran la estancia, mientras que documentos varios atestiguan la intención de Yves de organizar una exposición en el Círculo con la obra de su padre y otra colectiva con artista europeos figurativos y abstractos. Por otro lado, Yves Klein demuestra en Madrid tener aprendida la lección sobre la importancia de los catálogos y el libro de artista para la trayectoria del artista y por ello, se hizo imprimir en 1954 una atrevida publicación con diez planchas monocromas que ilustraban sus viajes (Madrid, Tokio, Londres).
La exposición hace también una parada importante en el periódico Domingo 27 de noviembre de 1960 (periódico de un solo día), con una enorme reproducción del fotomontaje-acción ¡El pintor del espacio se arroja la vacío!, momento en el que abandona el judo y se lanza a lo inmaterial.
Su obra a pleno rendimiento viene representada por algunas pinturas a fuego junto con antropometrías, la escultura de Arman y las esponjas, todo en el IBK, pigmento puro azul profundo e infinito en el que sumergirse en el estanque que cierra la exposición.

Aunque la obra de Yves es bien conocida para muchos, la relación con su madre no lo es tanto. Partiendo de la base de que la influencia de su madre no es de carácter formal, sino de índole filosófica, el público habría agradecido algún texto que otro que les introdujera en el tema. Por otro lado, teniendo en cuenta que el recorrido de la exposición nos cuenta algo más; la influencia del padre, la importancia de su estancia en España, quedamos a la espera de una justificación para el título.

Yves Klein supera con su obra las limitaciones de sus padres en la pintura, el espacio pictórico y la subjetividad propia del artista romántico. Como decía el propio Yves:

“Construir y crear, ésta es la acción entusiasta(…) Siempre hay que destruir antes de reconstruir; destruir no quiere decir “arrasarlo todo”. Se puede construir una casa nueva al alado de una casa vieja, y así, se destruye a la vieja con la indiferencia”

Viriginia Moya.

3 comentarios:

  1. Nuevamente destaco una frase: "Curiosamente, Yves Klein se declarará siempre como un “pintor figurativo" que me parece clave, y que creo que necesitaría algo más de desarrollo.

    El texto creo que apunta algunas contradicciones y problemas de la exposición, aunque sería de agradecer algo más de despliegue en ese aspecto.

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  2. ¿"La madre será su fan número uno"? El propio Klein comentaba que su madre no lo entendía, además de que la frase rompe con el estilo narrativo.
    Muchas ideas pero quizá un poco más de orden harían que fluyerá más el texto y con ello posiblemente verías donde es más necesario profundizar para darle giros interesantes al texto.

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  3. Hola,

    Gracias por vuestros comentarios. Estoy de acuerdo y soy consciente que la relación con su padre se me ha quedado corta.
    Pero, según los textos del catálogo utilizados como fuente (ahora mismo no puedo mirar la referencia y página exacta) la madre a pesar de no entender bien la obra de su hijo (lo que para él era una decepción), lo animaba, apoyaba,acudía a sus inauguraciones y estaba contenta con el cambio en la trayectoría de su hijo al decantarse por el arte y abandonar el judo. En cambio su padre, afirmaba que lo que hacía su hijo no era arte e incluso se deshizo de obras que Yves le había regalado malvendiendolas.
    Agradezco los comentarios y me doy cuenta que debía haber cogido menos ideas, haberlas desarrollado mejor y de forma más ordenada.

    Un saludo.

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