martes, 3 de noviembre de 2009

Eva Ortega


YVES KLEIN EL MONOCROMO

Con 26 años un campeón de judo hace su debut como artista: un libro con 10 rectángulos monocromos. Esta obra se publica en Madrid y ahora vuelve con motivo de la exposición Marie Raymond – Yves Klein. Herencias que se puede visitar hasta el 17 de enero de 2010 en el Círculo de Bellas Artes. Reúne obras de Yves Klein y de sus padres Fred Klein y Marie Raymond, siendo la relación de parentesco más de diferencia que de herencia. Fred Klein era un pintor figurativo con influencias de Chagall, Picasso y Marc, Raymond una pintora abstracta e Yves Klein un joven visionario con preocupaciones estéticas.

La exposición es un círculo que se cierra después de 58 años, el mismo Círculo donde Klein iba a comisariar una exhibición de sus padres y otros artistas de la época. La muestra, es inédita en España, aunque no en el exterior, donde 8 exposiciones que relacionan madre e hijo la preceden.

Klein debe a sus padres una valiosa herencia, la de haber estado en los círculos artísticos adecuados y al corriente de las ideas de vanguardia que surgían de las tertulias de Los lunes de Marie Raymond. Y es que nada surge de la nada y porque sí. La cultura es ver, interpretar y transformar. Klein supo leer bien su época, adaptarse a lo que había y prever el futuro del arte. Sólo Raymond comprendió que la obra de su hijo abría una nueva época y mataba la abstracción a la que ella era fiel. En la muestra se observan esas tendencias que conviven en el tiempo, aunque es una lástima que el espacio reducido no invite a un diálogo efectivo entre las obras.

En 1955 Klein presenta un cuadro naranja que es rechazado por ser monocromo. Ya en 1918 Malévich crea su Blanco sobre blanco, aunque la preocupación de éste era más la forma que el color. En 1960 artistas opuestos al Informalismo y que están pintando simultáneamente monocromos, se reúnen en una exposición alemana, organizada por el crítico Kultermann, con obras de Klein, Fontana, Lo Savio, Manzoni o Rainer. Fontana en su Manifesto spazialismo (1948) afirma que para conquistar el espacio hay que liberarse de la línea y Klein decía que la línea es nuestro límite psicológico, por eso se manifestó a favor del color y contra el dibujo. Además Klein conoce en su propia casa la obra de Mondrian, la cual descompone para liberar el color de la línea.

Klein, que afirma en sus textos haber superado la problemática del arte, emplea simbólicamente
azul, rosa y oro para el exvoto a Sta Rita de Cascia, del que se expone una fotografía, colores que recuerdan al rojo, azul y amarillo de Mondrian y al tríptico Tabulas rasas de Rodchenko. Si Mathias Goeritz se obsesiona por el color oro, Klein a partir de 1957 lo hace por su patentado Internacional Klein Blue. Su elección se confirma al ver las obras de Giotto en Asís. Para él, el azul es el más abstracto de los colores, todos los demás se asocian a ideas concretas, mientras que el azul recuerda a la infinidad del mar y del cielo. Ya de joven juega a repartirse el universo con sus amigos Arman y Claude Pascal, y a él le toca el cielo y su infinito.

Su periódico Dimanche de 1960, es una obra de arte público para París, donde propone el Teatro del Vacío y la Estupefacción Monocromática (que para él es verlo todo azul). La fotografía del artista desafiando la gravedad, es un fotomontaje en el que Klein parece levitar espiritualmente sobre el vacío, algo que él supo exponer y vender como zonas sin materia.

En ese camino hacia lo inmaterial, Klein empieza a pintar con esponjas, de las que se muestra una selección de esculturas. También comienza a utilizar la técnica de los pinceles vivos, que el crítico Pierre Restany llamó Antropometría, en la que el artista se distancia del cuadro y otra persona es el pincel dirigido. Monique, Héléna y otras antropometrías son los rastros caligráficos de modelos untadas de azul. Klein realiza estas obras durante un espectáculo público en el que la acción se acompaña con la Symphonie Monotone, monocorde que es a la música, lo que el monocromo a la pintura.

Su obra fue comparada con la Action Painting de Pollock, pero Klein se distanció diciendo que a diferencia de ellos, él no hacía ningún trabajo físico durante el acto creativo, él dirigía y se mantenía inmaculado, con su smoking y sus guantes blancos. Klein incluso se quejaba de que unos japoneses malinterpretasen su método y se transformasen a sí mismos en pinceles vivos. Klein supo ser mediático y crear espectáculos en los que él era el director de orquesta. En la selección de vídeos vemos otro acto de autopropaganda artística, su propia boda, que él diseña como un show con cóctel azul incluido.

Klein aprovechó la fuerza del viento, la lluvia y el fuego: lanzó al aire mil globos azules para liberar la escultura del zócalo; dejó el rastro de la lluvia en obras como Aguacero en marzo y Cosmogonía lluvia, y en sus pinturas de fuego, jugó con el lleno y el vacío.

Tras su muerte en 1962 quedó, como él quería, una huella firme y segura de su pensamiento.

Eva Ortega.

1 comentario:

  1. Creo que has sido la que, a mi parecer, ha sabido mediar entre el aspecto positivo de una exposición como ésta frente a la crítica de la mala orientación que se le dió, cuando mencionas que "En la muestra se observan esas tendencias que conviven en el tiempo, aunque es una lástima que el espacio reducido no invite a un diálogo efectivo entre las obras."
    Interesante también que retomarás el catálogo aunque hubiera sido bueno oír un poco más tú voz.

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