viernes, 7 de enero de 2011

Colores que salen del cuadro e inquietan a la retina

Katharina Grosse
‘come niño come’
Galería Helga de Alvear
11 de noviembre de 2010 - 9 de enero de 2011
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La Galería Helga de Alvear presentó por primera vez en 2006 la obra de Katharina Grosse (Friburgo, 1961). ‘Faux Rocks’ fue una instalación escultórico-arquitectónica que invadía todo el espacio con grandes formas ovales pintadas con spray. En esta segunda ocasión la artista alemana presenta su nuevo trabajo sobre lienzo, una serie de pinturas de gran formato donde emplea acrílico y en ocasiones, como ya viene siendo habitual, tierra.

Grosse lleva experimentando con el color durante casi treinta años, aplicándolo sobre todo tipo de superficies de al menos cuatro maneras diferentes, primero trazando series de pinceladas rápidas, verticales y horizontales, de un solo color. Seguidamente creando más capas, cruzando pinceladas de dos colores sobre el lienzo. Se acerca después a la composición tradicional, jugando con tres colores para dividir el cuadro en múltiples partes. Por último, a partir de 1998 empieza a aplicar pintura acrílica con pistola de spray a varios soportes (papel, paneles de aluminio, globos..).
Además, en los últimos años, la obra de Katharina Grosse abandona el cuadro para invadir directamente las paredes de las salas de exposiciones, las fachadas de edificios, vallas publicitarias o incluso su propia cama.

Esta evolución traza una línea de significado que conecta toda su obra, construyendo sentido no solo en sus composiciones de forma individual si no también en su conjunto, a lo largo de su carrera, como algo que suma, que se construye pieza a pieza.

En ‘come niño come’ nos enfrentamos a pinturas que tienen la capacidad de seducir y repugnar a la vez, de la misma manera que lo hacen las pinturas negras de Goya. Lo logra ejecutando colores dulces de forma agresiva, a través de pinceladas rítmicas, creando capas que provocan un efecto de rotura del cuadro, agujeros que nos presentan texturas diferentes desde donde obtener nuevas percepciones visuales. Me refiero a ese efecto de conseguir que los colores “se caigan” del cuadro, lo que Max Doerner denomina falling out. Es difícil para la retina humana conseguir centrarse en todo el cuadro a la vez, es como si no se pudiera percibir en su totalidad, de una sola vez, por la existencia de múltiples profundidades de campo en un solo plano. Este efecto, que crea a través de lo que se intuye un proceso cuidado y lento de aplicación y secado de capas, se ve enfatizado por un probable empleo de liberador acrílico de flujo, que produciría ese efecto de transparencia acuosa, como si se tratara de acuarelas.
Es así que, a través del color, Grosse controla el movimiento del cuadro y su significado, el de cada capa por sí misma y el de todas una vez sobrepuestas. Las acumulaciones y el uso de la tierra le ayudan a jugar con esa idea, que pone en práctica desde hace ya tiempo, del ornamento recargado como estrategia estético-artística.

‘Come niño come’ es en mi opinión un brillante ejemplo de genialidad que pone de manifiesto la destreza de Grosse para comunicar por medio de la manipulación del color y sus densidades. Los cuadros rotos en capas disturban al espectador y le fuerzan a buscar otra manera de mirar. Como si sobrevoláramos un espacio abierto, sus lienzos funcionan como ventanas desde las que, entre nubes (pinceladas), vislumbramos pequeños retazos de otras realidades. Nos hace darnos cuenta de que, en palabras de la propia Grosse, lo interesante y paradójico del potencial del medio de la pintura es su propia materialidad, que permite de forma simultánea construir ilusión.

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gm

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